Existir.
Ese era mi problema. El simple hecho de ser quien soy, de ser como soy. Me
ahogaba en un mar de sufrimientos, remordimientos y dolor. Jamás me hubieran
convencido de lo contrario. La realidad era que mi vida goteaba, iba
desapareciendo poco a poco. Cuanto más me obligaban, peor. Mi sombra me
perseguía en las tinieblas. Mi piel cada vez se juntaba más a mis huesos, el
tiempo absorbía mi esencia. Me vigilaban mucho, para que no dejara de
alimentarme. Yo me las arreglaba para después de eso, eliminar toda sustancia
de mi cuerpo. Creía que sería lo mejor, que podría ser feliz. No conseguí
burlar a la muerte