sábado, 23 de abril de 2016

Cerradas


Todo se comenzará a quedar en silencio
Apagarse con la seguridad de un “para siempre”,
A fundirse con la nada,
a moverse sólo gracias al viento de la muerte que andará como gato rabioso
recorriendo los barrios,
con la felicidad que antes podíamos ver sólo en algunos cangrejos,
así se irá meciendo como esa arena invisible
que duerme tranquila en los parajes olvidados de la casa
y al final parecerá que ninguno de nosotros estuvo aquí

Tú y yo no somos de esa gente buena que aparece en los poemas,
ya que estamos hechos de la misma materia que incrementa los incendios
de la misma sustancia que le escurre por la nariz a los conejos muertos a palos
tengo la seguridad de que tenemos el mismo tipo de sangre podrida
—somos la cal que asesina todo—
el viento envenenado que se pega a la piel de las manzanas
esto apenas comienza y te aclaro que no es un poema sino un borbotón de pus en medio de las piernas
levántame el rostro por un segundo
por favor
que quiero fumar
antes de que también esto se venga abajo

La carne
la célula ajena
yo en un carnaval de llanto
por un vaso de leche que me manche los labios
el Jack Daniels
el tinto sobre las toallas
la tina vacía
los calendarios digitales
los tranquilizantes azules
la comida americana
los sobresitos de té
el alimento de los peces
la cerveza en vasos de colores
y la perra que te muerde la mano con todas sus fuerzas
¿no era eso lo que querías?
¿no era acaso el agua revuelta lo que buscabas?
la sangre revuelta
el dolor en la espalda
la sonrisa destrozada
los ojos rojos
los analgésicos perdidos
¿la tarde tan inflamada como una ...?
para este momento ya nadie entiende lo que está pasando
—y hay que empezar de nuevo a escribir este puto poema—
DESDE OTRA CIUDAD

    CON LAS HERIDAS aparentemente cerradas

    DESDE OTRA CIUDAD
 
DIRÉ que nada ha pasado