Todo
se comenzará a quedar en silencio
Apagarse
con la seguridad de un “para siempre”,
A
fundirse con la nada,
a
moverse sólo gracias al viento de la muerte que andará como gato rabioso
recorriendo
los barrios,
con
la felicidad que antes podíamos ver sólo en algunos cangrejos,
así
se irá meciendo como esa arena invisible
que
duerme tranquila en los parajes olvidados de la casa
y
al final parecerá que ninguno de nosotros estuvo aquí
Tú
y yo no somos de esa gente buena que aparece en los poemas,
ya
que estamos hechos de la misma materia que incrementa los incendios
de
la misma sustancia que le escurre por la nariz a los conejos muertos a palos
tengo
la seguridad de que tenemos el mismo tipo de sangre podrida
—somos
la cal que asesina todo—
el
viento envenenado que se pega a la piel de las manzanas
esto
apenas comienza y te aclaro que no es un poema sino un borbotón de pus en medio
de las piernas
levántame
el rostro por un segundo
por
favor
que
quiero fumar
antes
de que también esto se venga abajo
La
carne
la
célula ajena
yo
en un carnaval de llanto
por
un vaso de leche que me manche los labios
el
Jack Daniels
el
tinto sobre las toallas
la
tina vacía
los
calendarios digitales
los
tranquilizantes azules
la
comida americana
los
sobresitos de té
el
alimento de los peces
la
cerveza en vasos de colores
y
la perra que te muerde la mano con todas sus fuerzas
¿no
era eso lo que querías?
¿no
era acaso el agua revuelta lo que buscabas?
la
sangre revuelta
el
dolor en la espalda
la
sonrisa destrozada
los
ojos rojos
los
analgésicos perdidos
¿la
tarde tan inflamada como una ...?
para
este momento ya nadie entiende lo que está pasando
—y
hay que empezar de nuevo a escribir este puto poema—
DESDE
OTRA CIUDAD
CON LAS HERIDAS aparentemente cerradas
DESDE OTRA CIUDAD
DIRÉ
que nada ha pasado