sábado, 28 de mayo de 2016

Heridas Cerradas I



En la mañanita de septiembre
horas antes del mercado y su bulla
me tenderé en la puerta de la municipalidad
ebrio hasta las patas
buscando que no se me caiga la puta cabeza;
sé que no tengo que vomitar

El sol sale y cuarto pero el calor
no llega hasta el medio día
me gustaría levantar el teléfono
y decirte que me estoy desmoronando
que ya no puedo
que temo más que nunca
que esta ciudad en donde vivo exiliado
se caiga conmigo a pedazos
y sólo querría preguntarte
si también en la otra vida seremos infinitamente miserables
o podremos escapar a tiempo antes de cumplir los 20 años

La cruda me desentornilla el coco
un hilo de sangre gotea desde mi oreja;
Una mañana de septiembre
y la borrachera no se me pasa

A eso de las dos
cuando ya pueda pararme
saldré a caminar por mi pueblo
con el viento en mi espalda
bajo ese sol espléndido
que ilumina las calles
(incluso después de nosotros)
 mi perro por su parte
seguirá compartiendo
 el pan y el mismo plato de agua
que una arrugada me dejó

Mis vecinos al verme
me dirán:
 —buenos días, doctor—
confundiéndome con mi padre
o con mi abuelo
y todo por un segundo parecerá estar en su lugar correcto

Puta borrachera; y déjame que te diga
que ahora estoy en una tarde de septiembre tan ebrio como puedo
y que me levantaré mañana no sé en qué siglo
donde podré recordar en silencio
lo felices que éramos
buscando una palabra
en medio de la casa destruida
cuando creíamos como ciegos en nuestro pacto
para asesinar a la miseria
cuando entendimos
que la única respuesta correcta

consistía en olvidar la pregunta