martes, 30 de julio de 2013

INSTRUCCIONES PARA TOMAR UN VASO DE AGUA


Empiece aspirando los mocos, aspírelos hasta que sienta un dolor punzante al centro de la cabeza. No coma pan, el agua con pan en realidad es horrible. Busque en su patio o terraza, pero no por la ventana, las nubes; entienda que si están demasiadas cargadas no podrá beber el líquido elemento. Lleve sus sandalias de goma puestas, coja un vaso de cristal o de metal, llénelo en tres cuartas partes, acérquelo lento muy lento a la comisura labial y de un golpe aséstelo a la boca. Si siente un dolor en el esófago, como si hubiese tragado una naranja, sabrá que lo hizo bien. Puede repetirlo pero proceda con medio vaso y luego cuarto.


Felicidades, usted ha conseguido tomar un vaso de agua. Ahora está preparado para una visita al urinario.

sábado, 20 de julio de 2013

MI PALABRA


Si alguna vez llego a tener verdadera confianza en lo que escribo, no volveré al papel. Ya no lo necesitaría: sería como hacer de la voz que hallé (en mí: que logré, que trabajé) una artesanía. Buscaré los vidrios empañados, o escribiré en la arena lo que tenga que escribir. 



Todo lo que dura es vanidad. Y siempre, en algún momento, se vuelve falso. La palabra no merece extenderse más allá del instante en que tiene sentido. Su fugacidad es preciosa: la salva de envilecerse, de pudrirse, de falsearse. En el momento en que la vibración del sonido de la palabra se agota, la palabra ya no existe. Y la verdad, ya no es posible. Y si existe es como cadáver, y si hay alguna verdad, es la verdad del otro. La tratarán justamente como a un cadáver: la abrirán, la escrutarán, la indagarán, la cortarán, etc. para intentar penetrarla. Pero si logran que diga algo, será algo sobre un muerto. O sobre todos los hombres, sobre cualquiera.