Resulta grotesco que te cagas intentar encontrar una vía de
entrada. Ayer tuve que chutarme por el pene, donde se halla la vena más
prominente de mi cuerpo. No quiero tomar esa costumbre. Por difícil que sea
concebirlo en este momento, aún es posible que le encuentre otros empleos a ese
órgano, además de mear.
Ahora suena el timbre. Cago en Dios. Rentamos este cuarto con
baño sólo para chutarnos, hay dos colchones , dos sofás, cuatro sillas y la
mesa, una vieja cómoda y una tele en blanco y negro. Siempre que aparecía, yo
era el que me encontraba sólo, que mala suerte,
mierda. Es el bastardo imbécil y desastre del casero: el hijo de Don
Pepe. El viejo Pepe, que vivió en Estados Unidos y sigue pensando que las cosas
pueden funcionar de igual manera aquí, que Dios se apiade de su pequeña alma de
estupidin, nunca se preocupó de verdad por el dinero del alquiler. Pedazo de
mierda, viejo y senil. Yo, encanto personificado
con el viejo de mierda. Le quitaba la chaqueta, lo sentaba y le daba una lata
de chela. Hablábamos de autos y de los equipos de la liga nacional. Yo no sabía
nada ni de autos ni de la tendencia del futbol, pero puesto que era lo único de
lo que podía conversar el viejo Pepe, acabé muy versado en ambos temas. Después
repasaba los bolsillos de la chaqueta del viejo memo y me servía yo mismo una
ración de plasch. Siempre andaba por ahí con un fajo enorme de plata. Entonces
o bien le pagaba con su propia pasta o le decía al pobre hijo de puta que ya
habíamos hecho cuentas con él.
Hasta solíamos llamar al viejo desgraciado por teléfono si
andábamos un poco cortos. Como cuando El Primo y Cros se quedaban a pasar la
noche, le decíamos que había una cañería que goteaba o ratones por el techo. A
veces hasta trajimos un par de ratones comprados, como cuando Cross arrojó la
vieja tele en blanco y negro por la ventana, y así lográbamos que el dócil
estúpido se acercara para poder darle un repaso. Había una jodida fortuna en
los bolsillos de aquel cabrón. La cosa llegó hasta el punto de que tenía miedo
de no darle el palo, no fuera que algún hijo de puta le atracara.
Ahora el viejo Pepe se ha ido a la gran movida en el cielo;
reemplazado por el bastardo de su hijo y su humor de patíbulo. Un mierdita que
espera un alquiler por esta pocilga.
«WEIIIII.» Alguien grita
por la rendija de la puerta
«¡WEI!»
No es el casero. Es Xavi. ¿Qué putas querrá el mierda a estas
horas?
«Un momento, Xavi. Ya
voy.»
Me chuto de “one” en la verga por segundo día consecutivo.
Mientras la aguja penetra, parece un horrible experimento realizado sobre una
fea serpiente marina. Este rollo se hace más enfermizo a cada minuto que pasa.
El colocón no tarda nada en llegar corriendo hasta mi nuca. Tengo un cuelgue
mágico, y a continuación creo que voy a vomitar. He subestimado lo pura que era
esta mierda, y he metido un poquitín de más en ese chute. Respiro profundamente
y me pongo en orden. Siento como si un fino chorro de aire me estuviera
entrando en el cuerpo por un agujero de bala situado en la espalda. Ésta no es
una situación de sobredosis. Calma. Mantén el viejo respirador en marcha. Con
suavidad. Está bien.
Consigo ponerme en pie, tambaleándome, y dejo pasar a Xavi. Eso
no resulta fácil.
Xavi está tan en forma que es insultante. El moreno de Cocha
sigue intacto; el pelo blanqueado por el sol, corto y echado hacia atrás con
fijador. Tornillo de oro y anillo en un oído; ojos de color negro suave. Hay
que reconocer que Xavi es un mierda bastante guapo cuando está moreno. Le saca
lo mejor. Guapo, relajado, inteligente y bastante competente en caso de bulla. Xavi
debería darle a uno celos, pero de alguna manera no lo hace. Esto probablemente
se deba a que Xavi no tiene confianza en sí mismo para reconocer y sacar el
máximo partido a sus cualidades; ni la vanidad para dar la paliza con ellas a
todos los demás.
«Lizzy y yo hemos cortado», me cuenta
Es difícil averiguar si habría que felicitarle o compadecerle.
Lizzy tiene un tire extraordinario, pero tiene además una lengua de marino y
una mirada castrante. Creo que Xavi aún intenta aclararse a sí mismo cómo se
siente. Me doy cuenta de que está en pleno proceso de pensamiento porque no me
ha dicho lo estúpido que soy por picarme, ni siquiera ha dicho palabra acerca
del estado en que me encuentro.
Lucho por sobreponerme a la apatía egocéntrica que me provoca la
“blancanieves” y mostrarme preocupado. El mundo exterior no significa una
mierda para mí. «¿Estás jodido?», pregunto.
«No lo sé. Si te soy sincero, será el sexo lo que más echaré de
menos. Eso y el tener a alguien, ¿sabes?»
Xavi necesita a la gente mucho más que la mayoría.
Mi memoria perenne de Lizzy es del colegio. Yo, Gary y Jhona
estábamos echados en las gradas al pie del coliseo, lejos de los ávidos ojos de
aquel bastardo de David, el tutor del curso, un pelotudo racista del más alto
nivel. Cogimos esa posición para ver correr a las chicas en pantalones cortos y
acumular algo de material pajero decente.
Lizzy hizo una buena carrera, pero acabó segunda, tras las largas
zancadas de la gran Olivia Huanca. Estábamos tumbados boca abajo, con la cabeza
apoyada en los codos y las manos, viendo a Lizzy luchar con esa expresión de
intensa determinación que caracterizaba todo lo que hacía. ¿Todo? Una vez que Xavi
se haya repuesto de su pérdida, le preguntaré por el sexo. No, no lo haré… sí
que lo haré. De todas formas, oía jadeos y me volví para ver a Jhona girando
lentamente las caderas, mirando fijamente a las chicas, diciendo: «Esa Lizzy Montecinos…
puta total… me la tiraría hasta caérsele el culo cualquier día de la semana… el
puto culo que tiene… las putas tetas que tiene…»
Si uno lo piensa, ésta es más una historia de Jhona que una
historia de Lizzy, aunque fuera su valiente esfuerzo contra la Olivia Huanca la
que la precipitara.
De todas formas, cuando Xavi se enrolló con Lizzy un par de años
atrás, la mayoría pensó: Vaya un grandísimo hijo de puta con suerte.
Asombrosamente, Xavi aún no ha mentado siquiera el jaco. Incluso
con las herramientas por todas partes, y probablemente se da cuenta de que voy
bastante puesto.
Normalmente en tales circunstancias Xavi hace una mala
imitación de mi vieja; estás matándote/déjalo/puedes vivir tu vida sin esa
basura, y demás mierda.
Ahora dice: «¿Qué es lo que hace por ti, Bei?» Su voz tiene un
tono auténticamente inquisitivo.
Me encojo de hombros. No quiero hablar de eso. Sin embargo, Xavi
es persistente.
«Dímelo, Bei. Quiero saberlo.»
Pero entonces, cuando lo piensas, quizá un colega que ha estado
a tu lado en los tiempos de vacas gordas y en tiempos de vacas flacas, por lo
general flacas que te cagas, merece al menos un intento de explicación, si los
consejeros/policía del pensamiento reciben una. Me lanzo a discursear. Me
siento sorprendentemente bien, tranquilo y claro al hablar de ello.
«De verdad que no lo sé, Xavi, es que no lo sé. Es como si
hiciera que las cosas fuesen más reales para mí. La vida es aburrida y fútil.
Empezamos con grandes esperanzas y después nos damos cuenta, como son las cosas
en realidad. Nos damos cuenta de que todos vamos a morir, sin encontrar
realmente las grandes respuestas. Desarrollamos todas esas ideas de largo
alcance que se limitan a interpretar la realidad de nuestras vidas de distintas
maneras, sin extender nuestro cuerpo de conocimientos que realmente merecen la
pena sobre las grandes cosas, las cosas reales. Básicamente, vivimos una vida
corta y decepcionante; y a continuación morimos. Llenamos nuestras vidas de
mierda, de cosas como profesiones y relaciones para convencernos a nosotros
mismos de que no carece todo de sentido. La “chica maravilla” es una droga
honesta, porque te arranca esas ilusiones. Con la heroína, cuando te sientes
bien, te sientes inmortal. Cuando te sientes mal, intensifica la mierda que ya
está ahí. Es la única droga realmente honesta. No altera tu estado de
conciencia. Sólo te da un colocón y una sensación de bienestar. Tras eso, ves
la miseria del mundo tal cual es, y no puedes anestesiarte contra ella.»
«Mierda», dice Xavi. Y después: «Pura
mierda.» Probablemente
tenga razón y todo. Si me lo hubiese preguntado la semana pasada, probablemente
hubiese dicho algo completamente diferente. Si me pregunta mañana, de nuevo
será algo distinto. En este momento del tiempo, sin embargo, me quedo con el
concepto de que la heroína sirve cuando todo lo demás parece aburrido e
irrelevante.
Mi problema consiste en que siempre que
percibo o hago realidad
la posibilidad de obtener algo que creía que quería, sea una novia, un celu, un
empleo, educación, dinero y así sucesivamente, simplemente me parece tan
aburrido y estéril, que ya no lo puedo valorar. La Chica Maravilla es
diferente, sin embargo. No puedes volverle la espalda tan fácilmente. No te deja.
«También da un gran puntazo.»
Xavi se me queda mirando. «Adelante. Ponme un pico.»
«Vete a la mierda, Xavi.»
«Dices que da un puntazo. Quiero probarlo.»
«Qué vas a querer. Vamos, Xavi, hazme caso.»
Eso no parece sino
animar más al pelotudo.
«Tengo plata. Vamos. Prepárame, quiero probarlo.»
«La grandísima puta contigo Xavi»
«Te estoy diciendo que normal. Se supone que somos colegas,
cabrón. Prepárame uno. Puedo resistirlo. Una puta inyección no me va a hacer
daño. Dale.»
Me encojo de hombros y hago lo que Xavi me pide. Les doy una
buena limpieza a mis herramientas, y a continuación preparo un chute ligero y
le ayudo a ponérselo.
«Esto es de putísima madre, Loco… es un maldito viaje de montaña
rusa, uff… estoy chocho aquí… estoy feliz…»
Su reacción me descompone. Algunos mierdas están tan
predispuestos hacia el jaco…
Más tarde, cuando Xavi ha bajado de las nubes y está listo para
irse, le digo: «Lo has hecho, colega. Ahora tienes toda la colección. Costo,
ácido, speed, yote, setas, nembutal, valium, chica maravilla, todo el puto
mundo. Punto y final. Que sea la primera y última vez.»
He dicho eso porque estaba seguro de que el mierda me iba a
pedir un poco para llevarse. No tengo suficiente para repartir. Yo nunca tengo
suficiente para repartir.
«Jaja Y que lo digas», dice, poniéndose la chaqueta.
Cuando Xavi se ha marchado, noto por vez primera que la verga me
pica de la puta madre. Sin embargo no puedo rascarme. Si me empiezo a rascar,
la cabrona se infectará. Entonces sí que tendría algunos problemas de verdad.