martes, 29 de abril de 2014

Esperando la noche.

Te pasas el día esperando la noche. 

Al menos eso puedo hacer: esperar la noche. Como en los viejos tiempos, es mejor esperar con un cigarro. Y lo enciendes, ves el humo blanco disolverse lentamente entre la oscuridad. 

La noche no puede ser tan lejana, o al menos, no debería. 

Te acuerdas del pedo, de lo que hace, de lo que te puedes olvidar y entonces, dejas de esperar la noche. 

Empezando, otra vez.

Necesito un nombre clave. 

jueves, 24 de abril de 2014

Caballo



Resulta grotesco que te cagas intentar encontrar una vía de entrada. Ayer tuve que chutarme por el pene, donde se halla la vena más prominente de mi cuerpo. No quiero tomar esa costumbre. Por difícil que sea concebirlo en este momento, aún es posible que le encuentre otros empleos a ese órgano, además de mear.

Ahora suena el timbre. Cago en Dios. Rentamos este cuarto con baño sólo para chutarnos, hay dos colchones , dos sofás, cuatro sillas y la mesa, una vieja cómoda y una tele en blanco y negro. Siempre que aparecía, yo era el que me encontraba sólo, que mala suerte,  mierda. Es el bastardo imbécil y desastre del casero: el hijo de Don Pepe. El viejo Pepe, que vivió en Estados Unidos y sigue pensando que las cosas pueden funcionar de igual manera aquí, que Dios se apiade de su pequeña alma de estupidin, nunca se preocupó de verdad por el dinero del alquiler. Pedazo de mierda, viejo y senil.  Yo, encanto personificado con el viejo de mierda. Le quitaba la chaqueta, lo sentaba y le daba una lata de chela. Hablábamos de autos y de los equipos de la liga nacional. Yo no sabía nada ni de autos ni de la tendencia del futbol, pero puesto que era lo único de lo que podía conversar el viejo Pepe, acabé muy versado en ambos temas. Después repasaba los bolsillos de la chaqueta del viejo memo y me servía yo mismo una ración de plasch. Siempre andaba por ahí con un fajo enorme de plata. Entonces o bien le pagaba con su propia pasta o le decía al pobre hijo de puta que ya habíamos hecho cuentas con él.

Hasta solíamos llamar al viejo desgraciado por teléfono si andábamos un poco cortos. Como cuando El Primo y Cros se quedaban a pasar la noche, le decíamos que había una cañería que goteaba o ratones por el techo. A veces hasta trajimos un par de ratones comprados, como cuando Cross arrojó la vieja tele en blanco y negro por la ventana, y así lográbamos que el dócil estúpido se acercara para poder darle un repaso. Había una jodida fortuna en los bolsillos de aquel cabrón. La cosa llegó hasta el punto de que tenía miedo de no darle el palo, no fuera que algún hijo de puta le atracara.

Ahora el viejo Pepe se ha ido a la gran movida en el cielo; reemplazado por el bastardo de su hijo y su humor de patíbulo. Un mierdita que espera un alquiler por esta pocilga.

  «WEIIIII.» Alguien grita por la rendija de la puerta

  «¡WEI!»

No es el casero. Es Xavi. ¿Qué putas querrá el mierda a estas horas?

 «Un momento, Xavi. Ya voy.»

Me chuto de “one” en la verga por segundo día consecutivo. Mientras la aguja penetra, parece un horrible experimento realizado sobre una fea serpiente marina. Este rollo se hace más enfermizo a cada minuto que pasa. El colocón no tarda nada en llegar corriendo hasta mi nuca. Tengo un cuelgue mágico, y a continuación creo que voy a vomitar. He subestimado lo pura que era esta mierda, y he metido un poquitín de más en ese chute. Respiro profundamente y me pongo en orden. Siento como si un fino chorro de aire me estuviera entrando en el cuerpo por un agujero de bala situado en la espalda. Ésta no es una situación de sobredosis. Calma. Mantén el viejo respirador en marcha. Con suavidad. Está bien.

Consigo ponerme en pie, tambaleándome, y dejo pasar a Xavi. Eso no resulta fácil.
Xavi está tan en forma que es insultante. El moreno de Cocha sigue intacto; el pelo blanqueado por el sol, corto y echado hacia atrás con fijador. Tornillo de oro y anillo en un oído; ojos de color negro suave. Hay que reconocer que Xavi es un mierda bastante guapo cuando está moreno. Le saca lo mejor. Guapo, relajado, inteligente y bastante competente en caso de bulla. Xavi debería darle a uno celos, pero de alguna manera no lo hace. Esto probablemente se deba a que Xavi no tiene confianza en sí mismo para reconocer y sacar el máximo partido a sus cualidades; ni la vanidad para dar la paliza con ellas a todos los demás.

«Lizzy y yo hemos cortado», me cuenta

Es difícil averiguar si habría que felicitarle o compadecerle. Lizzy tiene un tire extraordinario, pero tiene además una lengua de marino y una mirada castrante. Creo que Xavi aún intenta aclararse a sí mismo cómo se siente. Me doy cuenta de que está en pleno proceso de pensamiento porque no me ha dicho lo estúpido que soy por picarme, ni siquiera ha dicho palabra acerca del estado en que me encuentro.

Lucho por sobreponerme a la apatía egocéntrica que me provoca la “blancanieves” y mostrarme preocupado. El mundo exterior no significa una mierda para mí. «¿Estás jodido?», pregunto.

«No lo sé. Si te soy sincero, será el sexo lo que más echaré de menos. Eso y el tener a alguien, ¿sabes?»

Xavi necesita a la gente mucho más que la mayoría.

Mi memoria perenne de Lizzy es del colegio. Yo, Gary y Jhona estábamos echados en las gradas al pie del coliseo, lejos de los ávidos ojos de aquel bastardo de David, el tutor del curso, un pelotudo racista del más alto nivel. Cogimos esa posición para ver correr a las chicas en pantalones cortos y acumular algo de material pajero decente.

Lizzy hizo una buena carrera, pero acabó segunda, tras las largas zancadas de la gran Olivia Huanca. Estábamos tumbados boca abajo, con la cabeza apoyada en los codos y las manos, viendo a Lizzy luchar con esa expresión de intensa determinación que caracterizaba todo lo que hacía. ¿Todo? Una vez que Xavi se haya repuesto de su pérdida, le preguntaré por el sexo. No, no lo haré… sí que lo haré. De todas formas, oía jadeos y me volví para ver a Jhona girando lentamente las caderas, mirando fijamente a las chicas, diciendo: «Esa Lizzy Montecinos… puta total… me la tiraría hasta caérsele el culo cualquier día de la semana… el puto culo que tiene… las putas tetas que tiene…»
Si uno lo piensa, ésta es más una historia de Jhona que una historia de Lizzy, aunque fuera su valiente esfuerzo contra la Olivia Huanca la que la precipitara.

De todas formas, cuando Xavi se enrolló con Lizzy un par de años atrás, la mayoría pensó: Vaya un grandísimo hijo de puta con suerte.
Asombrosamente, Xavi aún no ha mentado siquiera el jaco. Incluso con las herramientas por todas partes, y probablemente se da cuenta de que voy bastante puesto. 

Normalmente en tales circunstancias Xavi hace una mala imitación de mi vieja; estás matándote/déjalo/puedes vivir tu vida sin esa basura, y demás mierda.

Ahora dice: «¿Qué es lo que hace por ti, Bei?» Su voz tiene un tono auténticamente inquisitivo.

Me encojo de hombros. No quiero hablar de eso. Sin embargo, Xavi es persistente.

«Dímelo, Bei. Quiero saberlo.»

Pero entonces, cuando lo piensas, quizá un colega que ha estado a tu lado en los tiempos de vacas gordas y en tiempos de vacas flacas, por lo general flacas que te cagas, merece al menos un intento de explicación, si los consejeros/policía del pensamiento reciben una. Me lanzo a discursear. Me siento sorprendentemente bien, tranquilo y claro al hablar de ello.

«De verdad que no lo sé, Xavi, es que no lo sé. Es como si hiciera que las cosas fuesen más reales para mí. La vida es aburrida y fútil. Empezamos con grandes esperanzas y después nos damos cuenta, como son las cosas en realidad. Nos damos cuenta de que todos vamos a morir, sin encontrar realmente las grandes respuestas. Desarrollamos todas esas ideas de largo alcance que se limitan a interpretar la realidad de nuestras vidas de distintas maneras, sin extender nuestro cuerpo de conocimientos que realmente merecen la pena sobre las grandes cosas, las cosas reales. Básicamente, vivimos una vida corta y decepcionante; y a continuación morimos. Llenamos nuestras vidas de mierda, de cosas como profesiones y relaciones para convencernos a nosotros mismos de que no carece todo de sentido. La “chica maravilla” es una droga honesta, porque te arranca esas ilusiones. Con la heroína, cuando te sientes bien, te sientes inmortal. Cuando te sientes mal, intensifica la mierda que ya está ahí. Es la única droga realmente honesta. No altera tu estado de conciencia. Sólo te da un colocón y una sensación de bienestar. Tras eso, ves la miseria del mundo tal cual es, y no puedes anestesiarte contra ella.»

«Mierda», dice Xavi. Y después: «Pura 
mierda.» Probablemente tenga razón y todo. Si me lo hubiese preguntado la semana pasada, probablemente hubiese dicho algo completamente diferente. Si me pregunta mañana, de nuevo será algo distinto. En este momento del tiempo, sin embargo, me quedo con el concepto de que la heroína sirve cuando todo lo demás parece aburrido e irrelevante.

Mi problema consiste en que siempre que 
percibo o hago realidad la posibilidad de obtener algo que creía que quería, sea una novia, un celu, un empleo, educación, dinero y así sucesivamente, simplemente me parece tan aburrido y estéril, que ya no lo puedo valorar. La Chica Maravilla es diferente, sin embargo. No puedes volverle la espalda tan fácilmente. No te deja.

«También da un gran puntazo.»

Xavi se me queda mirando. «Adelante. Ponme un pico.»

«Vete a la mierda, Xavi.»

«Dices que da un puntazo. Quiero probarlo.»

«Qué vas a querer. Vamos, Xavi, hazme caso.» 

Eso no parece sino animar más al pelotudo.

«Tengo plata. Vamos. Prepárame, quiero probarlo.»

«La grandísima puta contigo Xavi»

«Te estoy diciendo que normal. Se supone que somos colegas, cabrón. Prepárame uno. Puedo resistirlo. Una puta inyección no me va a hacer daño. Dale.»

Me encojo de hombros y hago lo que Xavi me pide. Les doy una buena limpieza a mis herramientas, y a continuación preparo un chute ligero y le ayudo a ponérselo.

«Esto es de putísima madre, Loco… es un maldito viaje de montaña rusa, uff… estoy chocho aquí… estoy feliz…»

Su reacción me descompone. Algunos mierdas están tan predispuestos hacia el jaco…

Más tarde, cuando Xavi ha bajado de las nubes y está listo para irse, le digo: «Lo has hecho, colega. Ahora tienes toda la colección. Costo, ácido, speed, yote, setas, nembutal, valium, chica maravilla, todo el puto mundo. Punto y final. Que sea la primera y última vez.»

He dicho eso porque estaba seguro de que el mierda me iba a pedir un poco para llevarse. No tengo suficiente para repartir. Yo nunca tengo suficiente para repartir.

«Jaja Y que lo digas», dice, poniéndose la chaqueta.


Cuando Xavi se ha marchado, noto por vez primera que la verga me pica de la puta madre. Sin embargo no puedo rascarme. Si me empiezo a rascar, la cabrona se infectará. Entonces sí que tendría algunos problemas de verdad.

jueves, 10 de abril de 2014

By The Way

Por si recuerdas mi nombre en algún momento, quiero que sepas que tus heridas me duelen aunque eso ya no te importe.