Me siento atrapado en mi propia mente.
A veces, de la nada, me asaltan pensamientos que no entiendo: ¿Y si pierdo el control? ¿Y si un día ya no vuelvo a ser yo? Intento aferrarme a la lógica, pero hay un miedo que se arrastra por debajo, como si mi cerebro fuera un vaso a punto de derramarse.
Mi cuerpo parece estar en mi contra: el corazón acelerado sin razón, la sensación de irrealidad—como si mirara el mundo a través de un vidrio—, o ese hormigueo en las manos que me hace preguntarme: ¿Es esto el principio de algo peor?
Lo más frustrante es la duda constante: ¿Estoy exagerando? ¿O realmente hay algo mal en mí? Busco señales en todo: si me distraigo un momento, si olvido una palabra, si mi risa suena forzada… Es agotador.
Incluso el silencio me asusta. Cuando todo está tranquilo, mi mente parece gritar más fuerte. Y luego llega la culpa: Otros pasan por cosas peores, ¿por qué no puedo controlar esto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario