A la par de mi sentimiento a la literatura co-existe un sentimiento quizá tambien rebelde, me refiero a que si bien leer me parece lo más importante no es necesariamente lo único que arrogantemente puedo utilizar para mostrarles y demostrarles quien soy en realidad.
Gabriel Ferrater
Cuando se me vino la idea se abrir un blog tenía la sensación de que por este medio podría tener interacción con mis lectores, sin embargo los pocos que acogen mis letras son visitantes fugaces que pasan sin dejar huella en este humilde aposento de cuentos e historias que poco o nada dicen. Y es que ese es el motivo de todo esto, intento que mis entradas tengan cierta singularidad y que puedan reflejar mi interior de ideas profanas y oníricas ( si es que este adjetivo existe), es el caso de JODERAMEN, que para sentenciar el hecho debo declarar que no es ninguna experiencia ni hecho similar, quizá sea un subconsciente partidario de la locura etílica e intenta mostrar una compleja red de sucesos que desencadenan en la soledad y la amargura.
He pensado componer apuntes sobre cada entrada, para que así el lector tenga una idea de lo que traté decir, pero no pienso ni quiero caer en esa irrealidad estereotipada que Mi Vida es La Vida y lo que para mi es una situación para todos debe serlo. Mi vida, esa vida de soñador y créanme que si soy un soñador, no se refleja tan solo con historias abrumadoras de realidad y ficción, sino tambien con canciones que escucho, con libros que leo, con amigos con los que comparto, con desilusiones que sufro, con sonrisas que reparto, con lagrimas que evito. Estas letras que ustedes leen son ahora mi refugio, mi puente con la realidad, mi limite con lo irreal.
No soy escritor, no nací para esto. Soy más escritor cuando no escribo que cuando lo hago. Como es que empecé con esta locura, jamas pretendería ser Borges ni Cerruto pero cada vez que me acerco a la palabra me sobrecogen sus obras, el pasmo de Ficciones me queda todavía, y no puedo escribir algo sin sentir odio por mi mismo, odio por mis letras, odio por mi imperfección, odio al odio ya que eso es odiar el sinsentido.
El caso es que, aún perdiendo la mitad de lectores y teniendo una media bastante baja de visitas diarias, prefiero que sea así y que lo que publique sean cosas de las que pueda, yo mismo, sentirme orgulloso y decir con voz alta y fuerte, “yo lo he escrito, porque lo he meditado antes, porque le he dado vueltas y vueltas, y porque creo tener algo interesante que decir al respecto”. Éste ha sido el caso, por ejemplo, de la entrada FELIPE DELGADO, y a pesar de que se pueda pensar y decir que esta misma entrada, que alguien quizá (o no) esté leyendo, es insustancial y que su contenido es vacuo, quede de justificación ante las personas que me han leído alguna vez, aunque sé que, realmente, esto no es más que una forma de justificar el hecho de que no escriba diariamente porque a mí mismo, una vez escrito y publicado, me avergüenza ser el autor de tales cosas, me apena no ser capaz de escribir mejor y me irrita el hecho de saber de alguna forma que seré un escribiente, porque tal y como dijo Vila-Matas, “escribir es dejar de ser escritor”. O aquella otra frase que me desgarra (le he cogido cariño a esta palabra a raíz de la lectura del capítulo “Los desgarramientos” de Los Karamázov) dicha por Marguerite Duras: “Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos”, porque lo que servidor hace es eso, auto-conocer sus límites y defraudarse consigo mismo al no poder hacer más. Quizá es el hecho de tener demasiado elevadas mis aspiraciones y creerme en demasía a Gabriel Ferrater: “Un escritor es como un artillero. Está condenado, lo sabemos todos, a caer un poco más abajo de su meta. Por ejemplo, si yo pretendo ser Musil y caigo un poco más abajo, pues ya es bastante más arriba. Pero si pretendo ser como un autor de cuarta fila...” Quién sabe. Lo único cierto es que, como escribió una vez el amigo Vila-Matas en un artículo genial, “Antes se aprende a morir que a escribir”. Pues Muerte, ¡aquí te espero, día tras día, aprendiendo a escribir!
Entre Pessoa y Proust, Sabato y Nietsche, Sáenz y Everett, allí esta mi corazón, mi aliento, mi vida y todo, sus libros son mi hogar donde me siento seguro de mi mismo, seguro de la vida, seguro de la irrealidad. Donde nace cada flor y se marchita cada pétalo, donde se dibuja una sonrisa y se borra el dolor, donde te busco en las estrellas y aun no encuentro tu amor.
miércoles, 25 de julio de 2012
viernes, 20 de julio de 2012
Cansancio, desmedido palabrerío, el aula iluminada recoge a los alumnos más cansados. ¿Por qué todos visten de negro? La clase oscila entre la política y el ego. Rechina la puerta, no, no fue el viento, los alumnos saltan del estupor mientras entra ella y al posar la mirada al profesor esquirla de tristeza saturando los colores de su alma, para darse a si y sedar su voz en la paranoia de una dulzura, una dulce usura en golpe crítico, reprimida y in-frenable:
“La última alumna que ingresó.
¿Se puede retirar?"
Ella puede saborear su silencio que trasluce casi todo lo
decible, como el mejor de los poemas. Suena un armónico. Algo se quiebra y
desintegra.
“-Si, profesor, es un placer retirarse de su clase.”
Los alumnos miran las manecillas del reloj, falta la mitad
de la hora. Cierran los ojos mientras el supuesto conocimiento vaga en las
palabras del profesor.
domingo, 8 de julio de 2012
Geometría
Cuando el deseo se vuelve geométrico, rehuyendo la anarquía de las formas, la pasión se acomoda en su diván, exigiendo cita previa. Los besos, entonces, empiezan a olvidar su aroma; y la fugacidad del momento va transformándolos, después, en gélidos relojes de arena que desgranan con insensible dilación las horas muertas. Tristes hojas de otoño, que acaban despeñándose entre el amanecer y el alba...
Apenas recuerdo ya el paladar de tu boca.
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