Muchas personas piensan
que yo nunca estuve enamorado,
pero lo que jamás supieron,
es que, a pesar
de las pajaritas que conquisté,
todos los besos que recibí,
y los amores que retuve,
nunca llegué,
a desear nuevamente,
que algún palpito de corazón,
de alguien que en la mañana,
en mi lecho despertó,
eche por mí, un suspiro de amor
Mi carácter vanidoso
y su andar de venada,
se contradijeron de manera salvaje.
Y a pesar de los indicios del amor,
nunca fuimos pareja,
quizá porque sólo fue un juego de muchachos,
quizá tal vez, quisimos que nuestro amor sea secreto,
clandestino,
como algo prohibido,
como un pecado que cometimos,
cuando éramos jóvenes quinceañeros e inmaduros.
Me dijiste muchas veces “te amo”,
en voz baja,
como queriendo ocultar lo que verdaderamente sentías,
o como queriendo saber,
si es que realmente te escuchaba,
y el destino, así lo supuso.
Nuestro amor incondicional,
confundió nuestras manos
que alguna vez,
enlazábamos en el caminar,
para que un día en el viento
supiéramos donde mirar,
ya que a falta de romance
fingíamos ante los demás
que nuestros cuerpos,
jamás se llegaron a amar.
Nunca aceptamos que estuvimos juntos,
o enamorados, y el mito no cambió en nada,
cuando tú, decidiste irte,
si no, se alimentó hasta llegar al punto
en que nadie creía que habíamos intercambiado
por lo menos, una par de besos o caricias.
No es que hayamos mentido,
no es que nos negamos,
pero fue todo tan irreal,
que al de un parpadeo despertar,
nunca llegué a imaginar,
un final de mi historia,
que contigo no pueda contar.
Hace cuatro años que no te veo,
hace cuatro años que nos dijimos adiós,
hace cuatro años que lloré abrazándote
y hace cuatro años, que terminé reemplazándote
por otra, mejor, peor, yo no sé.
Tal vez,
si no nos hubiéramos conocido,
no estaría escribiendo estos versos,
ni estaría extrañándote,
ni recordando,
mi primera vez de pasión.
Es mejor no volvernos a ver
es mejor olvidarte
aunque es difícil,
aunque es de cobardes.
Acepto que te sigo queriendo
como ese viernes de verano,
que estando debajo de la lluvia,
te dije "¿te quedas conmigo?"
y tú me sonreíste,
y una vez más, me trastornó tal belleza,
que hasta los adoquines de la calle,
se derretían por el sentir,
de las castañuelas de tus tacones.
Recuerdo tan claro,
como se me desordenó el corazón,
con el aire de sus suspiros
y me volví loco de amor
con su cabellera y el vuelo de sus manos,
y su sonrisa que formulada
me invitaba a la pasión.
De esto ya hace años,
que un día juramos ocultar,
más el sentimiento me niega,
poder olvidar,
y en poesías inconclusas,
te intento alcanzar,
que las noches de luna,
poco aires ya me dan.
Ahora me estremece el recuerdo,
que en febrero un día marcaste,
como si la tierra en ti girase,
para levantar vuelo,
cuando en fantasías,
aún yo creo,
para siempre febrero,
el mes que me dejaste.