lunes, 4 de marzo de 2013

Sobre 50 sombras de Grey



No es porque esté mal escrito, ni porque los personajes sean inverosímiles, ni por los diálogos de patio de colegio. Ni porque ponga a un tipo dominante, maltratador y obsesivo como un príncipe azul. Al fin y al cabo es una novela, y las habrá (supongo) peores. Es porque ese tipo ha encandilado a miles de mujeres en todo el mundo, diciendo muy poco en favor del género femenino.

Está pésimamente escrita, pero pésima. La base tan sexista que al igual que Bella (de crepúsculo), Anastasia es un personaje femenino débil y que se deja manipular completamente a las manos de Grey, carece de personalidad y hará todo lo que éste le pida. Esto no me parece un buen ejemplo para nadie, sobre todo teniendo en cuenta que las chicas jóvenes que leen este libro y que solo desean una relación como la que tienen los protagonistas. Tan solo leí el primer libro y es suficiente para darme cuenta que también existen profanos en el mundo de las letras, pero la contradicción de Anastasia en muchos puntos era inverosímil. No puedes crear un personaje tan sumiso y dejar que las jóvenes quieran parecerse a ella. ¿Qué estamos creando? Mujeres potencialmente sumisas al maltrato de género. ¿Qué morbo tiene un hombre que juega con el poder para hacer sentir a esta pobre chica que no está a su altura? También habría que citar la situación de Grey que es un joven guapo y rico (Qué casualidad, ¿hola? ¿Edward?). Eso nos lleva una vez más a la reflexión sobre las chicas jóvenes y lo que quieren encontrar en una pareja. Gracias, E. L. James, por crear a niñas estúpidas que lo único que quieran en estas vidas sea que las empotren contra la pared un joven rico que las maltrate, muchas gracias.

Lo peor sería escuchar a las niñas que hablan de lo romántica que es esta novela. Chicas, si quieren leer amor dejan de leer 50 Sombras de Grey y ese par de revistas TÚ que guardan bajo la cama, pueden asomarse por “el amor en los tiempos de cólera”, si quieren algo más fuerte y de erotismo está Marqués de Sade, lean a Austen, a Víctor Hugo, lean a Brontë, por favor, lean algo que merezca la pena.

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