El alzheimer del poeta se queda mirando un poema. La
enfermedad le niega el recuerdo de la gestación y encuentra en su escritorio un
papel con versos. No sabe qué hace ahí, en el escritorio del alzheimer.
No recuerda que tiene hijos. No tiene ninguna foto de familia enmarcada, ni de niños, ni de mujer. Sólo hay un poema en su memoria. Un hijo de tinta envuelto en una toalla de papel.
Cómo pudo nacer ni se lo plantea. Le regala versos por su aniversario, que es cada día. Le ve nacer cada mañana. Sonríe mientras desconocidos a su alrededor se afanan a preguntarle cosas de no sabe dónde, ni cuándo, ni de quién.
No recuerda que tiene hijos. No tiene ninguna foto de familia enmarcada, ni de niños, ni de mujer. Sólo hay un poema en su memoria. Un hijo de tinta envuelto en una toalla de papel.
Cómo pudo nacer ni se lo plantea. Le regala versos por su aniversario, que es cada día. Le ve nacer cada mañana. Sonríe mientras desconocidos a su alrededor se afanan a preguntarle cosas de no sabe dónde, ni cuándo, ni de quién.
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