En los días
nublados y grises
Karen salía a
pasear, le gustaba
sentarse en
algún banco y observar como caían las hojas de los árboles,
lentas, suaves,
como un último
suspiro de honor.
El otoño estaba
en pleno apogeo,
las
hojas de los arboles ya descansaban en el suelo y Karen no lo
resistió más;
se tumbó de
un revolcón en
el suelo encima
de las hojas
y cerró los
ojos
para oír charlar a las hojas con el viento.
- Madame hojita, quiere usted echar un último baile conmigo.
- Desde luego.
Y los
dos se fundieron en un abrazo.
Después de tantos
días
jugando entre ellos, la hojita se sintió cansada y el viento
quiso libertad.
- Debo partir. – dijo con cierta tristeza el viento.
- Y yo debo descansar – apoyó la hojita
La hojita lo
miró triste. El viento
se levantó y
se fue. Por
unos instantes
nada se escuchó y Karen vio como la hojita triste se dejaba
caer a la tierra
húmeda.
Fue un día
nublado y gris,
Karen y la
hojita volvieron al
calor del hogar.
Quizá renazcan en la primavera. El otoño es el dormir.
CUENTO INFANTIL
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