Del amor nunca entendí nada. Hablé
mucho, vanamente. Puedo decir, del amor, cosas tristes. Y también puedo decir
algunas cosas bellas. Pero nunca entendí nada. Las cosas que dije, las dije por
mera devoción poética. Nada más. Los resultados de mis análisis racionales del
amor son apenas una mueca de desesperación. Porque nunca entendí nada. No
entendí nada de los beneficios del amor, no supe nunca por qué me quisieron; no
entendí tampoco las cosas que me desolaron.
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