lunes, 19 de mayo de 2025

El peso de tu ausencia

Me despierto con un peso en el pecho, como si alguien hubiera anudado mi corazón y lo apretara hasta dejarlo sin aire. No sé cómo llegué a este punto, a este vacío donde cada día se siente como una caída sin fin. Mis pasos resuenan en una casa que ya no reconozco, un lugar que solía ser nuestro pero que ahora solo guarda silencio.

Nunca planeé estar así, solo, hablando con las sombras. Pensé que tú y yo éramos eternos, que juntos podíamos enfrentar cualquier tormenta. Pero me dejé llevar, como si el mundo me arrastrara sin que pudiera hacer nada. Ahora no hay nadie que me sostenga, nadie que me mire y me diga que todo estará bien. Porque no lo está. Sin ti, nada lo está.

Por las noches, cuando el cielo se oscurece, salgo y miro hacia arriba, buscando algo, un destello, un signo de que sigues ahí, en alguna parte. Pero el cielo está vacío, igual que yo. Mis ojos se pierden en la oscuridad, buscando un rastro de lo que fuimos, pero solo encuentro más nada. Cada intento de encontrarte me hunde más, me recuerda que te fuiste y que no sé cómo pasó.

Mi corazón está roto, y no sé cómo pegarlo. Lo he intentado, juro que sí. He llenado mis días con rutinas vacías, con sonrisas que no siento, con promesas de que superaré esto. Pero es mentira. Cada noche, el silencio me aplasta, y me digo que no quiero perderte, aunque la verdad es que ya no estás. Lo único que me queda es el eco de lo que fui para ti, el recuerdo de que alguna vez me quisiste.

No sé cuánto más podré soportar. El día se desvanece, la noche llega, y tú no estás para ayudarme a pasar la tormenta. Solo espero que, donde estés, sepas que lo di todo. Que, aunque me estoy rompiendo, sigo siendo aquel que una vez amaste. Es lo único que me mantiene en pie, aunque apenas.

lunes, 12 de mayo de 2025

Herida que no cierra

No sé cómo explicarlo… es como si el aire se me escapara del pecho, como si cada latido doliera más que el anterior. Desde que te fuiste, todo en mí se rompió. Me miro al espejo y no reconozco al que está ahí, porque el que era yo se quedó contigo, en algún lugar donde ya no puedo alcanzarlo.

Cada día es un eco de tu ausencia. Cierro los ojos y te veo, pero cuando los abro, el vacío me golpea más fuerte. Es un dolor que no se explica, que no se cura. Es como si mi alma estuviera desangrándose, gota a gota, y no hay manera de parar la herida. Pienso en ti a cada instante, como si recordarte fuera lo único que me mantiene vivo, aunque cada recuerdo me mata un poco más.

No es solo que te extraño… es que sin ti, no sé quién soy. Me siento perdido, atrapado en un loop donde todo me lleva a ti, pero tú ya no estás. Intento seguir, fingir que estoy bien, pero es mentira. Estoy cayendo, lento, en un abismo donde no hay fondo. Y lo peor es saber que no vas a volver, que este amor que aún arde en mí no tiene a dónde ir.

A veces, me pregunto si alguna vez podré olvidarte, pero la sola idea de hacerlo me aterra. Porque olvidarte sería perder lo último que me queda de ti, y aunque duela, prefiero este sufrimiento a no tener nada. Estoy roto, y no sé si algún día encontraré la forma de volver a ser entero. Hasta entonces, sigo aquí, amándote en silencio, muriendo un poco más con cada día que pasa sin ti.

viernes, 9 de mayo de 2025

TDD END

Mírame aquí, parado en el borde de mis propios recuerdos, atrapado en un tiempo que no sé si fue real o solo un sueño que me inventé para no sentirme tan solo. Antes, cuando el mundo parecía más pesado, yo era alguien más viejo, más cansado, como si los años me hubieran robado algo que ni siquiera sabía que tenía. Pero ahora, parado aquí, siento que he vuelto a ser joven, aunque no sé si eso es bueno o solo una mentira que me cuento para seguir adelante.

Todo empezó con tu rostro. ¿Sabes? Es como si cada ángulo de tu cara se hubiera grabado en mi cabeza, como una pintura que no puedo dejar de mirar, aunque me duela. De frente, de perfil, da igual. Eres el problema, la raíz de todo este desastre que llevo dentro. Y lo peor es que sé que yo también te hice daño, que mi presencia, mi manera de ser, te atrapó de alguna forma, ¿verdad? No lo niegues. Hubo un momento, una chispa, en que los dos nos miramos y el mundo se detuvo.

¿Te acuerdas de esa noche? No sé en qué mes fue, no importa. Pero fue real, ¿a poco no? Fue como si habláramos un idioma que nadie más entendía, como si nuestras almas se reconocieran en un código secreto. Nos reíamos, nos entendíamos sin esfuerzo, como si el universo entero conspirara para que estuviéramos juntos. En esos momentos, sentía que no había suelo bajo mis pies, que flotábamos en algo más grande que nosotros mismos. Pero ahora… ahora todo eso se siente como un eco lejano.

Ya no puedo seguir así, cargando tu sombra en cada rincón de mi vida. Tengo que dejar de pensar en ti, tengo que pintar de colores este gris que me dejaste. Quiero borrar tu nombre de mi cabeza, aunque una parte de mí sabe que eres la razón por la que aún siento que vale la pena respirar. Es una lucha constante, ¿sabes? Quiero odiarte, pero no puedo. Quiero olvidarte, pero cada paso que doy me recuerda que alguna vez estuvimos atados, que nuestros corazones se enredaron en un nudo que no sé cómo deshacer.

Y no me malinterpretes, no soy el primero al que le pasa esto, ni seré el último. El amor, o lo que sea que tuvimos, siempre termina dejando cicatrices. Todos pasamos por esto, ¿no? Sé que eventualmente te olvidaré, que un día tu rostro dejará de aparecer en cada sueño, en cada rincón de mi alma. Pero ese día no está cerca. No lo veo en el horizonte. Y mientras tanto, aquí estoy, atrapado entre querer soltar y no poder dejar de aferrarme a lo que fuiste.

Esa noche, ese mes, ese instante en que todo parecía perfecto… sigue vivo en mí. Y aunque me digo a mí mismo que ya basta, que tengo que seguir, que voy a escapar de este país de recuerdos, la verdad es que no sé cómo hacerlo. Porque, aunque me duela admitirlo, tú sigues siendo mi razón para vivir, aunque sea solo en los pedazos rotos de lo que alguna vez fuimos.