domingo, 6 de abril de 2025

Ciclo

Mi ciclo contigo ha terminado, ya no tengo nada más que ofrecerte, excepto más reclamos y reproches producto del agotamiento emocional en el que me encuentro.

No quiero seguir en una relación que me roba la paz y me causa más angustia que felicidad, me di cuenta de que tenía una idea de nuestra relación que no se ajustaba a la realidad, te idealicé, te soñé, te otorgué atributos que finalmente no tenías.

Le di muchas oportunidades a esta relación porque me aferré a mis buenos recuerdos y a mi idea de un futuro contigo.

Te dejo ir y cierro este capítulo.

Comprendo que el amor no se pide y tampoco se debe forzar, dejo esta relación, para enfocarme en la relación más importante del mundo:

La relación conmigo mismo.

lunes, 31 de marzo de 2025

Ansiedad

Me siento atrapado en mi propia mente.

A veces, de la nada, me asaltan pensamientos que no entiendo: ¿Y si pierdo el control? ¿Y si un día ya no vuelvo a ser yo? Intento aferrarme a la lógica, pero hay un miedo que se arrastra por debajo, como si mi cerebro fuera un vaso a punto de derramarse.

Mi cuerpo parece estar en mi contra: el corazón acelerado sin razón, la sensación de irrealidad—como si mirara el mundo a través de un vidrio—, o ese hormigueo en las manos que me hace preguntarme: ¿Es esto el principio de algo peor?

Lo más frustrante es la duda constante: ¿Estoy exagerando? ¿O realmente hay algo mal en mí? Busco señales en todo: si me distraigo un momento, si olvido una palabra, si mi risa suena forzada… Es agotador.

Incluso el silencio me asusta. Cuando todo está tranquilo, mi mente parece gritar más fuerte. Y luego llega la culpa: Otros pasan por cosas peores, ¿por qué no puedo controlar esto?

sábado, 8 de marzo de 2025

Intento



Debo escribir sobre la poesía de mi vida. En otro tiempo, quizás habría preferido la penumbra de mi vida, aunque más por un deseo de llamar la atención, o por imaginar que sentía lo que en realidad no sentía.


He mirado mis propios sentimientos en retrospectiva y siempre los encuentro pobres, pequeños. He amado, o al menos he creído amar, pero cuando lo observo desde la distancia, todo parece un eco fugaz de lo que podría ser el gran amor.


Solo me atrevo a llamar amor a aquello que no comprendo. Y como no comprendo tanto, prefiero seguir sin entender. Es entonces cuando todo me parece conocido, salvo el amor, que no se parece en nada a lo que creo haber sentido.


He asumido la misión de revisar mi antiguo blog, aquel que escribía y publicaba en 2012, cuando, en un arranque de absurdo entusiasmo, llegué a creerme escritor. La gran pasión jamás descubierta, el sueño latente del lector obsesivo. ¿No es, después de todo, el lector quien anhela vivir la aventura tanto como aquel que la escribió?


Pero lo que escribía apenas lo había vivido. Me limitaba a construir historias con palabras, a fabricar sentimientos que nunca me atreví a experimentar. Intentaba contar una historia que no tenía el valor de protagonizar, una que solo podía entrever desde mi refugio. Porque vivir implica riesgos, cicatrices, heridas reales. Es más fácil la distancia segura de la página en blanco, donde el dolor es solo una metáfora y el amor no puede destruirte.

Aquel que escribe.


Ahora sentir parece más difícil. Es más sencillo decir que se siente que descifrar qué es, en verdad, lo que se siente.


Han transcurrido trece años desde que comencé mi blog de escritura, una vía de escape de la cotidianidad que, sin darme cuenta, me iba consumiendo. Sentía que debía soltar algo, que si no encontraba una forma de vaciarme, terminaría desmenuzando el teclado de mi viejo iPod, golpeando letra por letra con la desesperación de quien teme ahogarse en sus propios pensamientos.


Escribir no era solo un acto de creatividad, sino de supervivencia. Cada palabra que plasmaba era un intento de dar forma a lo que me habitaba, a esos torbellinos que, de permanecer en mi mente, habrían terminado devorándome. Pero, ¿qué buscaba realmente? ¿Era la necesidad de expresar o la necesidad de ser escuchado? ¿Escribía para entenderme o para que alguien, en algún rincón desconocido, encontrara en mis palabras un reflejo de sí mismo?


Han pasado trece años, y me pregunto si aquellos torbellinos se han disipado o si solo aprendí a convivir con ellos. Tal vez la escritura no fue la puerta de escape que imaginé, sino el lugar donde decidí quedarme atrapado.


viernes, 30 de junio de 2023

MELANCOLÍA

 


En mi cama despierto, un amanecer melancólico,

Un visitante indeseado ha invadido mi morada.

La melancolía, un ente sombrío y sigiloso,

Se sienta en los pies de mi cama, sin tregua ni mirada.


Su presencia pesa sobre mis huesos,

Un peso invisible, pero tan denso y agudo.

Paralizado, me encuentro en un eterno reposo,

Atrapado en el abrazo de un ángel caído y mudo.


Susurra palabras de nostalgia y tristeza,

Recuerdos amargos que se deslizan por mi mente.

La luz del día se desvanece, ya no hay belleza,

Solo la sombra de un pasado quebrado y latente.


Mi voluntad se desvanece, como un eco perdido,

Mis anhelos se ahogan en un mar de desesperación.

La melancolía me abraza, se alimenta de mi sentido,

Y cada intento de liberación es en vano, sin razón.


Así pasa mi día, enclaustrado en mi cama,

Sin fuerzas para levantarme, comer o crear.

La melancolía me consume, sufriendo en mi drama,

Una marioneta sin hilos, atrapado en su oscura red.


Oh, poetas malditos, compañeros en el sufrimiento,

¿Acaso encontraron una salida de esta trampa cruel?

Quizás en el arte hallaron el alivio, el aliento,

Pero yo, aquí y ahora, me hundo en el abismo fiel.


Que la melancolía se desvanezca, que sea solo un eco,

Que mi espíritu resurja de las sombras en algún rincón.

Pero mientras tanto, me aferro a la cama, en este juego,

Y dejo que la melancolía me acune en su lúgubre canción.

martes, 7 de febrero de 2023

INSOMNE




Amada mía, disculpa la formalidad, padezco frecuentemente de insomnio que me transportan a lo retórico, lo único cierto es que estos periodos me vuelven pesado como un tronco y, al mismo tiempo, inquieto como una bestia salvaje.


Sin embargo, tengo una satisfacción: estás durmiendo bien, no puedo saberlo exactamente, ya que no he vuelto a tener la dicha de compartir la noche entera contigo; de todos modos, cuando el sueño pase junto a mí por la noche, sin detenerse, le pediré que su camino sea en tu lecho. Por otra parte sería muy tonto rebelarse, porque el sueño es la criatura más inocente y el hombre insomne, la más culpable.


Si un extraño, totalmente ajeno a la situación, leyera esa carta, pensaría: “¡Qué, hombre! ¡Parece que nació en mil novecientos treinta y dos!” Y mientras tanto ese hombre no ha hecho nada, no ha movido un dedo, se nutre con leche y cosas buenas, sin ver siempre (aunque sí a menudo) ante él “té y manzanas”, y deja que las cosas sigan su camino y que las montañas permanezcan.


En su lugar ¿Conoces la historia del primer éxito de Jaime Saenz? Es una historia que resume muchas cosas y que yo cito por comodidad, porque gira en torno a un gran hombre; pero tendría el mismo significado si fuese una historia del vecino o de alguien más próximo aún. Por otra parte, ya sólo la recuerdo en forma vaga; hasta los nombres casi se me han borrado. Cuando Saenz escribió su primera novela, vivía con un literato amigo suyo, un tal Lilo y Peña. Éste vio durante meses muchas hojas escritas sobre la mesa, pero Saenz sólo le entregó el manuscrito cuando la novela estuvo concluida. Lilo y Peña la leyó, quedó deslumbrado y sin decir nada a su amigo se la llevó al entonces célebre crítico Beltrán. A las tres de la mañana llamaron a la puerta de Saenz. Eran Lilo y Peña y Beltran. Entraron a la habitación, abrazaron y besaron a Saenz. Beltran (quien hasta ese momento no lo conocía) lo llamó esperanza de Bolivia, y pasaron una o dos horas hablando, sobre todo de la novela. Se separaron al amanecer. Saenz, quien siempre se refirió a esa noche como a la más feliz de su vida, se asomó a la ventana y los siguió con la mirada. Luego, sin poderse contener, se echó a llorar. Su sentimiento básico, que él ha descrito ya no recuerdo dónde, era: “¡Qué gente maravillosa! ¡Qué buenos y nobles son! ¡Y cuán ruin soy yo! ¡Si ellos pudieran ver dentro de mí! Si yo se los dijera, no me creerían.”


La afirmación de que Saenz se propuso emularlos es sólo mi humilde rúbrica final, un adorno, esa palabra que es preciso encontrar, sobretodo en la larga noche insomne que se me presenta.


Amor ¿llegas a captar el significado oculto de esta historia, de su aspecto inaccesible a la razón? A mi juicio, es el siguiente: en la medida en que se puede generalizar sobre estas cosas, Lilo y Peña y Beltran no eran, por cierto, más nobles que Saenz. Pero ahora dejemos la visión panorámica que tampoco Saenz tuvo aquella noche y que de nada sirve en el caso individual. Escucha solo a Saenz y te convencerá de que Lilo y Peña y Beltran eran realmente maravillosos y Saenz impuro e infinitamente ruin, que nunca alcanzaría, ni por lejos, la grandeza de Lilo y Peña y Beltrán, y que jamás podría recompensarles el enorme e inmerecido servicio que le habían prestado.

Uno los ve literalmente desde la ventana, mientras se alejan y sugieren así su inaccesibilidad. Lo lamentable es que el significado de la historia se ve desdibujado por el gran nombre de Saenz. ¿A dónde me ha llevado mi insomnio? Sin duda a nada que no se base en las mejores intenciones. 

viernes, 10 de junio de 2022

Esperando agosto





Es grande la tristeza

que me arropa esta noche.

Sin embargo, 

no serán estos versos

los más tristes que podré escribir.


Pues ni ella, ni nadie, los merecen.

Así como tampoco,

para dejar las cosas en claro, 

merece mis lágrimas,

ni mucho menos mi sangre.


Aún así lloro,

más no son mis ojos

el opaco manantial,

de donde brotan las lágrimas.


Es mi corazón el que llora,

cargando en si la agonía de mártil,

en la hora en que mis huesos

se enfrentan al fuego de la melancolía.


¿Quién desprende uno a uno

pedazos de su carne?

¿Lentamente y sin piedad?


Y es así como mi alma se deshace,

perdiéndose en un sollozo clandestino

que late en mi pecho herido,

ahogándose como grito de cárcel.


Quisiera poder volver a la tierra

en un fugaz instante,

pero para poder hacer esto

necesitaría tener intacta el alma,

para poder entregarla 

y así pagar el boleto

del necesario viaje.


Sin embargo no puedo, 

pues esta se volvió humo

y flota en una negra nube.

Resultado de churrasco,

que es ahora mi carme


miércoles, 27 de enero de 2021

Me vas a extrañar ¿Me vas a extrañar?


Justo cuando has decidido marcharte

tenía pensado entregarte

-en una fuente de albahaca-

mi corazón palpitante.

Habría escrito noventa y seis versos, 

tres por cada día

que vivimos, que nos dimos vida.

En unos pondría melancolía,

en otros, las flores que te enviaría

y me aguardo algunos, vaya a saber lo que te diría.


Dejando de lado el verso, dejando de lado el canto,

guardando mi espera, guardando mi llanto,

al ver tu partida

te diremos adiós, yo y mi melancolía.


No te inquietes, has elegido la vida,

dejaste pasar el navegar a mi lado,

el conocer el fondo del océano.

Ya no tendremos los años de conversaciones, de risas

y compañía que podían habernos aguardado.

Espero que no sea una elección de la nada

que nuestra vida no sea malgastada.

A nosotros que podía sucedernos todo y 

nos sucedió la nada de nuestro tiempo.

O quizá la espera sin esperanza.


Presiento que me vas a extrañar,

no sé,

tal vez mi extraña forma de amar,

esa que no comprendiste.


Sí, me vas a extrañar,

porque te he querido sin buscar nada para intercambiar.

Me vas a extrañar cuando salgas en busca de la verdad,

y será al fondo, al fondo de mis ojos donde la hallarás.

Me vas a extrañar porque nadie te ha querido

con sólo mirarte pasar, conformándose con tu sombrea,

con tu risa,

toda tú, sin maquillar.


Creo saber que llegará la mañana,

que mirando de soslayo, y a los lados, 

esperarás mi carta, mi mirada,

y quién sabe, tal vez esa mañana

no esté para una carta destinada.

Quién sabe tal vez las cartas se amargaron

y se fueron a la cama.


Creo saber que una tarde,

-ojalá que no muy tarde-

cuando camines sin rumbo,

sin preocuparte el destino, 

y tu mente se ponga en blanco,

-y olvides por un minuto, tu pasado, tu futuro-

verás al fondo una imagen

y me encontrarás perdido

pero no será que te espero,

estaré esperando la vida.


Ciertamente me vas a extrañar,

porque es difícil olvidar

a alguien

que tan sólo te quiso mirar.