¿En qué me
convertido? ¿Acaso ella me reconocería? ¿Me volvería a escuchar en las mañanas
cuando solíamos buscar el sol en las bancas cómo 2 ancianos que vivieron tan dependientes el uno del otro?
El día del
coletazo eterno, a través del tumulto de las lagrimas de mí corazón y del miedo
al dolor irrepetible de morirme sin ella. Así terminé pensando en su recuerdo
como nunca me hubiera imaginado que se podía pensar en alguien, presintiéndola
donde no estaba, deseándola donde no podía estar, despertando de pronto con la
sensación física de que ella me contemplaba en la oscuridad mientras yo dormía.
De modo que el fatídico día en que sentí sus pasos acercarse por las calles de
mi casa, me costó trabajo creer que no fuera otra burla de mis fantasías. Pero cuando
ella reclamo mi indiferencia no logré soportarlo y la conciencia desvarió;
cruel e injusta pretender el silencio cuando las paredes arden.
Me cambio la
letra, y empecé a transpirar palabras que en el paréntesis del mundo había
logrado conjeturar. Letra tras letra son tan solo viejas invocaciones que surgen como no lo hicieron ayer. Ya no
tiene sentido pronunciarlas.
Y el sueño
sigue cabalgando en la memoria y la memoria se adentra en el olvido, pero la
brecha está abierta y sangran los instintos y la lluvia inunda la mirada.
Por cien años
más silenciaré el sentir, fingiré el olvido, mientras la herida sangra notando su presencia en la silla vacía. Puntual bajo el pretexto de la tradición,
aunque en ella me falte su voz. Volveré a alzar el brindis, a soñar deseos, a
resignar sonrisas contando el tiempo, a ser pilares de quien tanto te amó.
Volveré a sentir tu ausencia como brasa prendida siempre en el corazón
Nuestra gran amistad
...el tiempo no borrara
ya lo veras no terminara
...el tiempo no borrara
ya lo veras no terminara
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