martes, 20 de marzo de 2012

Party congenita


Me decías, entre susurros, que la música que sonaba te parecía el pleonasmo de la excitación​, mientras que tus jadeos dejaban de oírse huecos, y ahora ya traspasaba​n las paredes y llegaban hasta la calle donde la gente apretaba el paso para no oír tal enfático, fálico (a lo Freud), regalo para sus oídos.
Indecencia​, se oye murmurar. Juventud loca, demasiada libertad.
Quizá todavía creen que follar les deja ciegos, ah, no… eso era masturbars​e.
La alegría de estar vivos, eso es lo que festejamos en una party congénita de la voluntad de poder (ser), ¿verdad Friedrich? La luna traspasa las miradas y se posa sobre el cuerpo desnudo, mientras que las gafas sirven de juguete. Irrigación de la cama... y no, no es agua. Y risas.
Se me queda cara de tonto al ver lo que provoca una simple melodía. Un disparo rompió la situación orgásmica. Silencio. Lejos, suenan sirenas.


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