lunes, 31 de diciembre de 2012

2012


A unas horas del nuevo año juliano, agradezco a los lectores poco frecuentes y nada recurrentes que me han ofrecido por los diferentes medios, el apoyo por este espacio de letras irritantes que les ofrecí.

El blog nació en Marzo y esta su entrada número 40, a pesar de que el contador de visitas muestra que no llegamos a los 350, son muchos más, el asunto es que el contador lo puse hace apenas un par de meses. Sería un poco complicado explicar las razones por la que me dispuse a escribir un blog, sin embargo no me arrepiento, escribir me hizo conocer a gente muy agradable y admirar a otros que ya conocía.
No quisiera volver a aburrirlos con la misma cantaleta acerca de por qué escribo, ya sé que deben estar cansados que repita que en realidad yo no sé escribir y que escribo por efectos adherentes a la lectura que nunca preví. Pero al ir escribiendo me voy dando cuenta que la palabra en cualquiera de sus formas es inevitable, así como lo recoge San Juan en su evangelio “en el principio fue el verbo”. La palabra que conforma el mundo, el nombre que lo explica todo. Puede que no fuera tal, puede que antes del verbo existieran cielos, mares, noche, día, estrellas, firmamento. Pero si nadie sabía cómo nombrarlos, no eran nada, absolutamente nada. Así que al principio fue el verbo, como bien dejó escrito Juan. Y a ese verbo bíblico le siguió la épica de Homero, la duda de los filósofos, la intemperie y el poder de los dioses, el amor y la guerra que nos relata la Ilíada y después el delirio del Quijote y luego la soledad de Macondo.

Debe ser que mi cerebro se comunica mejor con mis manos que con la lengua. Porque el papel es un filtro, una coraza, entre mis palabras y los ojos del otro. Porque me odio menos escribiendo que hablando. Porque mientras escribo puedo corregir, escoger una por una las palabras y nadie me interrumpe ni se desespera mientras las encuentro. Por un ameno vicio solitario. Volví a escribir sobre escribir y espero que no los haya aburrido, pasaré a otros temas.

Los que me conocen, sabrán que soy un fiestero que no le gustan las fiestas, me desesperan las multitudes y a pesar de todo siempre concurro a las verbenas y discotecas de moda. Como me dijera mi amigo Gabriel “si no beberías fueras un nerd”. Sí está leyendo esto que sepa que lo considero como un hermano pero que jamás se lo diré. A mis amigas Marhy, Lourdes y Ángela agradecerles todas mis rabietas y mis gritos, además que son las primeras en escuchar mis ideas para escribir en mi blog, con ellas pasé los mejores y más divertidos momentos del 2012. A Teresa y Ángel amigos inquebrantables que las circunstancias no separarán. A los cuates del colegio, Dennis, Jorge, Beto, etcétera. A los amigos de la vida Karen, Sonia, Mariel. Amigos que, el blog me hicieron conocer: Víctor, Rocío y Eduardo. A los amigos del twitter que son los que más leen el blog. A los de Google+ y a instagram que les agrada mi locura. A todos ellos, a todos ustedes, a ti lector, tienen un lugar por siempre en mi profunda cavilación de la vida y el amor. A mi Amigo Fiel él sabe lo que pienso de él: “MARICA” y a las 100 llamadas…100 llamadas que voy contando a medida que vienen, renegando, odiando, riendo, llorando, anhelando, en la incertidumbre que cubre la nieva los sucesos que algún día tanto había deseado.

En fin, para mí al menos fue un buen año, concreté varias metas que tenía impulsando otros emprendimientos más audaces que me dispongo a lograr. Un año donde gané 2 concursos de cuentos, una con una editorial cochabambina y la otra con el municipio de La Paz. Fui elegido presidente del primer parlamento universitario de La Paz y posteriormente el parlamentarista más destacado. Viaje hasta ya no recordarme las manchas del techo encima mi cama y reí hasta necesitar cataplasmas de hojas de tilo en los riñones.

Me dispongo a escribir más y a leer mucho más, a ya no sufrir escribiendo e intentar disfrutarlo. Y disculpas a todos por esta entrada tan aburrida. Les recompensaré con alguna vacilación que ya escribí.

Que tengan buen año




martes, 25 de diciembre de 2012

Posmoledad


La soledad es 
saberse de memoria la arquitectura del edificio de enfrente,
y los horarios
de los camiones de basura,
de los porteros de la cuadra
y de las dos o tres ventanas que todavía tienen luz
cuando es honda la madrugada;

La soledad es 
que no sea necesario salir de casa, 
es conversar con los pajaros
y que mi voz, al principio, me resulte ajena;
es
resbalar por los 80 canales de nada
en la televisión;
la soledad es la tinta de mi lapicera,
y las decenas de cuadernos que llené.

Es despertar en el sofá y saber
que todas las cosas ya empezaron,
es sentir los sonidos del teléfono como el rugido
de un animal feroz y extraño.

La soledad es no saber la diferencia de los días,
es leer cartas viejas,
sí: es leer cartas viejas y que sea inútil responderlas,
es haber aprendido
los movimientos de las sombras de cada mueble de la casa,
es dejarte mensajes en el contestador,
y haber perdido la cuenta de lo cigarrillos que fumé
(la casa volviendose ceniza)
La soledad es escribir textos como éste;
es escribir palabras
con este azul lastimoso;

La soledad
es no recibir ni siquiera spam 
y contar las llamadas perdidas en el celular..


lunes, 24 de diciembre de 2012

Navidad 2012.0



Se supone que debemos escribir una entrada por navidad y cosas así por el estilo, pues yo no soy así por el estilo; pero sí, escribiré algo el 31 de Diciembre, aunque siguiendo la línea lo más probable es que sea otra entrada aburrida, petulante y apática.

No piensen que me desprecio y que mi autoestima esta baja, no, no lo está. Yo no soy triste soy melancólico y escribo porque es mi manera de estar solo.

En todo caso queda contar los días como cuento las llamadas…

viernes, 14 de diciembre de 2012

sector 9



¿En qué me convertido? ¿Acaso ella me reconocería? ¿Me volvería a escuchar en las mañanas cuando solíamos buscar el sol en las bancas cómo 2 ancianos  que vivieron tan dependientes el uno del otro?

El día del coletazo eterno, a través del tumulto de las lagrimas de mí corazón y del miedo al dolor irrepetible de morirme sin ella. Así terminé pensando en su recuerdo como nunca me hubiera imaginado que se podía pensar en alguien, presintiéndola donde no estaba, deseándola donde no podía estar, despertando de pronto con la sensación física de que ella me contemplaba en la oscuridad mientras yo dormía.

De modo que el fatídico día en que sentí sus pasos acercarse por las calles de mi casa, me costó trabajo creer que no fuera otra burla de mis fantasías. Pero cuando ella reclamo mi indiferencia no logré soportarlo y la conciencia desvarió; cruel e injusta pretender el silencio cuando las paredes arden.

Me cambio la letra, y empecé a transpirar palabras que en el paréntesis del mundo había logrado conjeturar. Letra tras letra son tan solo viejas invocaciones  que surgen como no lo hicieron ayer. Ya no tiene sentido pronunciarlas.

Y el sueño sigue cabalgando en la memoria y la memoria se adentra en el olvido, pero la brecha está abierta y sangran los instintos y la lluvia inunda la mirada.

Por cien años más silenciaré el sentir, fingiré el olvido, mientras la herida sangra notando su presencia en la silla vacía. Puntual bajo el pretexto de la tradición, aunque en ella me falte su voz. Volveré a alzar el brindis, a soñar deseos, a resignar sonrisas contando el tiempo, a ser pilares de quien tanto te amó. Volveré a sentir tu ausencia como brasa prendida siempre en el corazón



Nuestra gran amistad
...el tiempo no borrara
ya lo veras no terminara

martes, 11 de diciembre de 2012

¿por qué escribo ? (1)



Escribo por insatisfacción. Si estuviera satisfecho, me limitaría a "vivir la vida", no a intentar comprenderla mediante la escritura. Claro que al intentar comprenderla, es decir, al escribirla, me doy cuenta de que en realidad la vida resulta incomprensible. Lo cual genera una nueva insatisfacción, la de comprobar que el intento por comprender la vida mediante la literatura lo único que ilumina es la imposibilidad de alcanzar esa comprensión. Pero entonces sucede algo curioso, y es que el hecho de descubrir esa imposibilidad me conmueve, admira e impulsa a escribir más y más. Así, lo que nace como un gesto decepcionado, insatisfecho, acaba convirtiéndose en un acto agradecido, admirativo. De modo que una dolencia (escribo porque soy infeliz; escribo porque soy inconsolable; escribo porque no entiendo lo que me rodea) se acaba convirtiendo en una necesidad (escribo porque no me resigno a ser infeliz, inconsolable e ignorante)

lunes, 3 de diciembre de 2012

Un 3 de Diciembre



Hoy que es día de mi cumpleaños, solo pienso en la bendición que recibí del altísimo, mi amor por la lectura, un amor que cautivé apenas pude diferenciar una letra de otra. No me interesa comer, dormir, reír, vivir. Me interesa leer, cuanto quisiera todo el tiempo que inútilmente gasto en la universidad o en otros quehaceres de este infierno creado por el hombre, para tomar un libro, sentarme a la frescura que un árbol proporciona y dejarme llevar por los sueños y mundos creados por aquellos que el talento los ha desbordado y nos entregan hojas escritas con su propia sangre.

¡No quiero vivir! Que se oiga bien ¡no quiero vivir, QUIERO LEER! La vida y la lectura a ratos no parecen ir de la mano, leer es renunciar a tu existencia y entregarse a otra sin el menor de las quejas. Leo y el mundo se desarma para volverse a crear al antojo nada misericorde  de algún tipazo que nada sabe de mí. No tienen consideración y al querer volver a la realidad ya no la diferencio, nunca vuelvo del todo, no soy el mismo y pretendo encontrarme vanamente en otra lectura. Soy composición de tantas historias que me satisface cualquier escenario por minúsculo que sea. No puedo evitar mirar las nubes y sonrojarme con su nada habitual belleza como no logro evitar lagrimear cuando el viento otoñal desoja los arboles del prado paceño en sus cortos atardeceres. ¿Por qué nada se detiene un instante? ¿Por qué todo se convierte en un abismo aparente? No me importa. Me encanta mi realidad. Tarareo. Observo el cielo. Por qué incluso las cosas más insignificante me hace sonreír.

¿A cuántos goces renuncian quienes aspiran a una gota en la memoria de hombres y mujeres de épocas distantes? ¿Qué irónica inmortalidad les confunde? ¿De qué placeres disfrutan en sus tumbas cuando se leen sus nombres? ¿Qué mota de polvo les hincha su pecho de huesos? ¿Sonríen, acaso, si alguien señala sus sarcófagos con el dedo de la indiferencia?

Y, sin embargo, cada emoción que suscitan sus obras es como un guiño del tiempo, un agujero de luz en el espacio. Tiene sentido cavar el hoyo de la inmortalidad, después de todo, pues existe una conciencia divina o humana, un hálito que recorre los siglos y remueve los cimientos de lo sublime, ensalzándolo por encima de lo vulgar.  Tan solo me entristece la certeza de que muchos milagros se han perdido, de que muchas historias se han olvidado. Mas, pese a todo, la fragua de la eternidad no se detiene nunca. Reverberan canciones en el eco de las piedras, se oyen poéticos silencios y una misteriosa nube continúa derramando la lluvia de la creación. 

Ahora que me toca cumplir un año más, me fui al santuario de Copacabana, me senté en una de las últimas bancas del templo dispuesto a meditar aquello que ya no se medita, cerrar los ojos e impregnarme de esa esencia que otorga un lugar como ése; la tranquilidad, el sosiego, la paz, el silencio, me aleje del mundo y empecé a dialogar con mi interior. Las lagrimas se escabullían mientras las horas pasaban, ningún momento deje de pensar en mi madre, oré por ella, le pedí al altísimo que la mantenga a mi lado siempre sana. Lloré por mí debilidad. Lloré por mis amigos. Lloré por el amor. Lloré por la vida y la muerte. Lloré por mis errores, Lloré como si haciéndolo conciliaría el tormento, quizá las lagrimas eran parte del dialogo conmigo mismo. Lloré por los libros. Lloré por los escritores. Lloré por la música. Lloré por mi ciudad. Lloré por mi patria. Lloré hasta oír al tiempo doblar, triplicar su intensidad. Y me pregunté ¿en qué momento me atreví a cargar con todos los sueños del mundo? me acordé el día que no tuve miedo, ni límites, cuando todas las noches me cegaba el sol, cuando busqué entre musas que no dolían, cuando junté letras entre nicotina y alcohol; un día que gané cuando perdía y los mitos eran mentiras de verdad y lloraba de alegría entre recuerdos que no existían.  Como decir lo que sentí un día, lleno de magia que ya no recuerdo y de sueños que ahora son pesadillas. Ese día tan lejano, que creí que era poeta.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Día del censo que vanamente intenté hacer algo bueno


El poema,
que intento escribir con mi vida,
tiene algo de ti.
Tiene la furia contagiada
de la hostilidad de la ciudad.
La ternura de una sonrisa;
el ego del que vence.
Tan difícil se me antoja
conseguir escribirlo
como renunciar a él.
Me perseguirá
por las noches oscuras
que acechan mi memoria.
Por las hipotecas que contraí
con mis actos.
Por el peso de las cosas
que nunca te dije
y la rémora de lo que nunca hice.



lunes, 19 de noviembre de 2012

Tinta




Te extraño de repente te extraño como si fueras una parte de mi cuerpo arrancada, y qué vergüenza decírtelo, más vergüenza daría no hacerlo. Qué época del año es como para que te extrañe tanto qué pasa en el mundo qué intuiciones son estas que no logro descifrarlas, simplemente oleajes de tu olor que no huelo, tu sombra que nunca puedo pisar, solo puedo escribirte, y tanto que la tinta se asusta y se devuelve.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El secreto de La Paz


                        "Illimani" obra de Arturo Borda
Yo nunca pude visitar La Paz y no sabía cómo era realmente, hasta que me lo contó el niño más pequeño que he visto en mi vida, no estoy seguro de donde vino pero parecía uno de esos chiquillos que limpian las botas de los señores a cambio de una moneda, un pequeño lleno de sabiduría aprendida en la calle. Me lo encontré por casualidad cuando buscaba atrapar la sonrisa de una muchacha para guardarla en mi colección. Observé que entre la gente un pequeño me observaba. Me guiño un ojo y me pidió que lo siguiese. Cuando dejamos el bullicio tras nosotros se giró y me dijo “tú qué quieres visitar la ciudad de La Paz, debes saber cómo es que esta funciona”.  Le dije que sí asombrado, asustado y algo pensativo ante la pregunta de aquel pequeñín que en ese momento se destapaba el rostro que lo llevaba cubierto con un pasamontañas y dejo relucir unos brillantes ojos.

“Pues abre bien los oídos y escucha”

La Paz no es como una ciudad sin más, no. Mi ciudad es mucho más que un simple conjunto de personas que viven y trabajan juntos; La Paz se parece a todos los que viven allí, por ejemplo cuando despierto feliz, en la mañana todos se levantan muy temprano y a pesar del frió les gusta decir a todos “buenos días”. A veces cuando estoy triste, la ciudad se llena de polvo y cenizas y las casas parecen que arden en gritos, mientras lo habitantes se pelean y gritan. A veces cuando lloro  se escucha en las noticias que el mar también crece, eso es porque las lágrimas son saladas, y cuando la tristeza es muy grande llueve en el corazón, se inunda y sale en formas de lágrimas que chocan la tierra y llegan hasta el mar. A veces cuando me río en la escuela, se escucha una fuerte carcajada por toda la ciudad y es que parece que a la gente le hacen cosquillas con una pluma. Cuando tengo hambre, todos buscan comida e invitan a los que no tienen, como en un ejército se reparte especialmente a los niños de las escuelas plátanos y refrescos. Hay días muy largos que son porque los niños no quieren irse a dormir y días tan cortos que parece que todos estaban cansados de trabajar y querían irse a descansar. Cuando me siento solo, la calle esta como si fuera un desierto y me siento más triste, pero cuando estoy con todos mis amigos la gente salta feliz y baila por horas en cualquier lugar que encuentre espacio. Cuando tengo frió  todos caminan juntitos como queriendo compartir un poco de su calor y cuando el sol se coloca en lo más alto del cielo nos volcamos a las plazas y a los parques para ver a las margaritas despertar.


“¿Y qué pasa con el amor?” pregunté sin poder resistirme.



En La Paz todos se aman, es como el amor hacia un padre, una madre, un hermano o un amigo, ¡ese amor, si es verdadero!, además cuando alguien ama todos nos sentimos muy bien y cantamos por las ventanas de nuestras casas para que todos sepan que amamos.
Cuando terminó, arrugó su frente y frunciendo la nariz exclamó: “¡Tengo hambre! ¿Podrías sonreír, por favor?”. Cuando lo hice, su rostro se iluminó.
Le pregunté que si le apetecía tomar algo conmigo, pero él se limito a sonreír… y alejándose de mí dijo entre dientes:

“Yo me alimento de sonrisas y risas. Mi alimento es la felicidad de los demás.”

lunes, 5 de noviembre de 2012

QUIERO DESCANSAR



Quisiera poder cambiar el sentimiento de cansancio en la mañana, y que me atacara en la noche. Así, podría dormir en paz. Nunca puedo conciliar el sueño temprano.
 "Eso se arregla con trabajo" dijo el proletario.
 "Eso se arregla normalizando sus horas de sueño" dijo el doctor.
 "Eso se arregla leyendo" dijo el escritor.
 "Eso es el eterno descanso" dijo Dios.

Y le di trabajo al proletario, horas normales de sueño al doctor, buenos libros al escritor. Seguí sin poder descansar. Todo igual, todo igual en el mundo.

Trabajé durante muchas horas. Hablé con la gente, convencí a unos pocos de trabajar más duro de lo normal. Los vi llegar cansados a sus casas, y dormir. Pero dormían insatisfechos, dormían enojados, dormían injustamente porque jamás decidían cuándo poder dormir.

Seguí las instrucciones del médico. Tomé pastillas, dejé de beber, evité el café después de ciertas horas, me metí bajo las sábanas a la misma hora todos los días, escribí las horas que conseguí dormir cada día. No conseguí nada.

Leí como nunca. Hice lecturas de libros con muchas capas, para educarme. Conseguí mucho, pero tenía que hacer apuntes, entender, vadear entre las ideas y preguntarme cosas. Siempre terminé intranquilo. Leí novelas, y me trajo algunos gustos. Leí novelas realistas e históricas y descubrí que no me gustan mucho. Leí novelas surrealistas y las encontré pretenciosas. Leí novelas especulativas y estuve de acuerdo con algunas cosas. Leí novelas autobiográficas y las sentí ajenas a mí.

Pero cuando le di eterno descanso a Dios, los pueblos del mundo dejaron de matarse.
Al fin, pude dormir bien.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Motivos



Apenas logro olvidarte mientras escribo notas al aire, después vuelvo a verte dormida en mis parpados, te descubro en las palabras que salen de mis labios heridos, te siento en el palpitar leve de mi corazón apresurando mis venas y oxigenando mi dolor, te escucho en los susurros que despiertan mi sueño, te acaricio al herirme con las púas de las rosas en mi jardín, siento tu aliento en la humedad mañanera, escucho tu vos en el aleteo de las mariposas que vuelan al edén marchito del olvido, tengo que dar vuelta los libros para no leer tu nombre…Tu nombre, una delicia repetida en la eternidad por diez mil y un ángeles, los violines más siniestros despegan tu pelo en un intento de enloquecerme. Que callen las flautas que esta melodía no me corresponde.

miércoles, 17 de octubre de 2012

...Nubes...


Mirar el cielo, encontrar grises nubes, perderse en la soledad espacial y escuchar una vez más los susurros de mi alma pero...¿ qué es lo que dice? ¿ qué pretende al distraerme de la rutina ? 

Me recuerda a la melodía de las montañas, me antoja imposibles deseos, invaden cada célula de mi ser logrando que me desvanezca. 

Grises nubes inquietas me consolan para arrollarme con la frescura de Octubre mientras gruesas gotas intentan borrar mi llanto. 

El susurro me aterra, me odia, me rompe y me arma. Palomas asustadas muestran su fealdad aleteando mientras se acercan para atrapar moscas que se reproducen en mi carne necrófila.

lunes, 15 de octubre de 2012

...Un día...



Un día dejé de fumar.


Un día la luna no me interesó.


Un día me aburrí; aburrí.


Un día pedí ser fugaz a una estrella.


Un día miré a los ojos con otros ojos.


Un día le compré una mentira al pasado.


Un día la amistad me hizo dudar.


Un día no te eché de menos.


Un día no me pregunté por qué.


Un día me cambió la letra.


Un día empecé a escribir

jueves, 11 de octubre de 2012

Esfuerzo



Puede que sea de los peores
amantes del mundo.

Pero me esfuerzo,
te juro que me esfuerzo.

Puedes verlo 
en mi sentimiento empático,
en mis manos afiladas.

Sentirlo incluso;
cuando venero 
las erráticas curvas
por donde se despeñan
mis primaveras.

De verdad
que me esfuerzo.

Y es por ello que no abro la puerta
al gélido futuro
que a veces me busca.

Y es por eso,
que intento aprender
e imagino nuevas estructuras
en las comisuras
de todos tus labios.

Y me codeo con quien sea
por defender
a capa y espada,
en el sosiego del verbo adormecido
y en el vértigo del gesto gratuito,
que amarte,
es mi único ejercicio 
de responsabilidad posible.

lunes, 1 de octubre de 2012

Conversaciones


A falta de mi capacidad en responder solo en 140 caracteres y ante la necesidad de dejar clara las ideas, sumando que tamaña conversación exigía divagar y dejar en claro algunas cuestiones acerca de la literatura



Mientras tanto en twitter:
@weimarmiranda: Pero libros como El mar del otro lado consiguen transformar el miedo y la insatisfacción en una fuente de belleza.

‏@ComoEsDonJazz@weimarmiranda para mi lo fue "Historia de dos ciudades" :)

@weimarmiranda: @ComoEsDonJazz Cada libro lo es a su manera.

@ComoEsDonJazz: @weimarmiranda te doy la razón, pero y "Edipo Rey"(?)

@weimarmiranda@ComoEsDonJazz ¿Quién puede, al fin y al cabo, diagnosticar que un libro es una obra maestra?

@ComoEsDonJazz@weimarmiranda el buen o mal gusto del lector.




¿Quién puede, al fin y al cabo, diagnosticar que un libro es una obra maestra?...el buen o mal gusto del lector. Delicadas palabras que tanto dejan divagar, retórica escogida que concierne a todos los lectores. Muchos de ellos dejarían esta cuestión sin darle importancia, porque no les interesa o no es de su agrado, pero no sucede así con aquellos que hemos entendido la literatura como amor.

No creo particularmente que la pregunta propuesta se deba utilizar como afirmación en base a cualquier argumento como respuesta. Creo que los libros se pueden diferenciar básicamente entre libros buenos y libros que entretienen. La consideración que tomo a la hora de hacer el discernimiento entre ambos está fundamentada en unas bases firmes. Debemos, como buenos lectores, buscar profundidad en el libro, esa profundidad que nos conmueve y que produce en nosotros mismos una fuerte impronta, una marca clara, un estigma (por coger una idea muy de Hesse). Los buenos libros son los que pueden hacernos mejores o peores, nos pueden hacer avanzar o retroceder, nos hace diferentes e inigualables… Lo que jamás ocurrirá es que nos dejen igual que cuando lo empezamos a leer. Si al levantar los ojos de la última página de un libro no vemos que nada en nosotros haya cambiado, que miremos, por ejemplo, las cosas y el mundo de otro modo, hay solo dos posibilidades; o nosotros, realmente, no estamos abiertos del todo al sentimiento literario, al mundo del arte, de la belleza y de la creación o, por el contrario, el libro es malo.

Tengo que dejar clara una cosa, los libros sean buenos o que entretienen tienden a cambiar depende la situación, la capacidad, el estado anímico, la edad del lector y que en ningún caso se repetirá en otro. Esto sucede ya que cada libro es especial a su manera. De ninguna manera puedo creer en una literatura barata; cada libro sea escrito por grandes editoriales transnacionales o por escritores que pudieron juntar su fuerza para lanzar su publicación, no es de interés para el lector, ya que el que ama leer, no lee porque aquello sea apoyar a una transnacional, ni porque esté de moda cualquier libro, lee porque ama, y estas palabras quizá solo las entiendas aquellos que han amado.

Comparativamente podemos ver similitudes entre esto que estoy explicando y el amor y el compañerismo. Los libros comerciales o fáciles son como los compañeros, nos hacen pasar el rato, disfrutamos de su compañía… sin embargo quizá no nos provocan grandes pasiones, ni quebraderos de cabeza, ni nos hacen llorar a la vez que reímos, ni nos hacen replantearnos nuestras vidas… cosas que, por el contrario, sí están capacitados para hacerlo las personas que más amamos. El amor es el único anhelo al que aspira todo ser humano. Pues bien, la buena literatura es el ejemplo más claro del amor sincero, porqué nos hace sufrir, disfrutar, amar, odiar, nos calma y nos hace pensar, a veces nos acuna y otras nos llena de rabia, a veces nos da buenos consejos… Pero lo que sí que tenemos claro es que una vez conocido el amor verdadero o la amistad verdadera seguramente este durará para siempre y nuestra máxima aspiración, nuestro máximo anhelo se verá recompensado. Y ya no querremos ninguna otra compañía. Lo mismo ocurre en la literatura, cuando conocemos y nos enamoramos (los lectores) de un Dostoievski o cualquier otro autor, siempre nos sentiremos defraudados con obras menores al que no hemos llegado a amar porque simplemente no es nuestro momento con ese libro, a cuantos les paso que empezaron a leer cierta obra y no la entendieron y hasta la odiaron, pero pasado un tiempo y diversas circunstancias, la lectura del mismo libro los deleitó de maneras insospechadas, no habrá sentimientos encontrados porque así es el amor a la literatura.

Y aquellos que no entienden ese complejo llamado amor, la diferencia es igual a lo que hay entre un apretón de manos y la pasión. Y los que hemos conocido la pasión en la literatura no estamos dispuestos a aceptar por nada del mundo un simple apretón de manos.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

No me olvides



Nunca quise saber dónde habita el olvido. Uno ignora la forma que escoge para cubrirte. Uno no reconoce la bruma invisible con que te ata. Tal vez uno solo percibe, en un momento de un día, quizá en casa de nadie o en la suya propia, o tal vez rodeado de almas, que la suya se ha apagado, ha optado por desvanecerse y precipitarse colina abajo, donde habita el olvido. Porque este no puede ser cosa elevada del espíritu. No puede esconderse entre las nubes ni jugar con los astros. Se esconde dentro de uno mismo y germina como una flor demente que no huele sino a carroña, que no tiene sino una sola y monstruosa cara de fúnebres pétalos. El olvido es un tobogán de ceniza que sabe todavía a fuego; un descenso sin freno ni arnés, una caída sin fin hacia la nada; un rey que todo lo convierte en cero.


Es tan corto el amor y es tan largo el olvido… que se burla el tiempo del primero y se asocia con el segundo, en una alianza sin beneficiarios. Es tan abrumador el peso del olvido y tan leve el alivio del amor… Tanto es así que a veces desearía olvidar el amor y amar el olvido, amarlo para siempre y olvidar el sufrimiento. Más no puedo. Quizá en eso consista el paraíso.

Pero lo más terrible del olvido es que es definitivo. No es brizna pasajera ni espiga viajera. Es lo único que cabe en la definición de eterno. Puede acecharnos, siempre hambriento, impulsado por un subterráneo viento. Puede perseguirnos en los sueños para transformarlos en miedo.

¿Y cómo puede uno ocultarse de ese demonio de mil cuerpos, de ese ejército de melancolía? No cabe defensa alguna porque al final todo se olvida, todas las personas y todas las cosas, todos los recuerdos y todos los sucesos. Todo lo que sentiste se deshace mientras se rememora y se convierte en nostalgia, sentimiento persistente que se adhiere con un pegamento invencible a determinadas almas. Es una barrera cuyos pinchos, que uno mismo planta sin darse cuenta, se estrechan lentamente, cercando el futuro. Pero la nostalgia es necesaria, pues perece un mundo, un pueblo, una mujer, un hombre, un árbol, cuando no queda ni un motivo para recordarlo.

¿Cómo no acabar yaciendo junto al olvido, durante más días de los que tienen los años? ¿Cómo evitar su abrazo, siempre amargo? No tengo la respuesta. Pero escúchame bien, Olvido, dondequiera que estés (y estás en todas partes). Escúchame bien, porque esta frase es por y para ti: te juro que pienso luchar cada día de mi vida contra tu embrujo, contra tu filtro de desamor y tú veneno lento administrado en dosis negras. Porque no temo a la muerte; te temo a ti, pero soy valiente.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Intuición



Se mece un verso incomprensible en el limbo de una neurona. Miro como a un extraño mis poesías. En ellas se reflejan mis dudas, nada más. Quizá solo haya una resonancia, una distorsión dentro de mí que me empuja a perforar el abismo: un muro de palabras, un salto de avestruces, un miedo cervical, una ignorante duda, una brusca sutilidad, una fragilidad fútil. Un instante en que escribo y nada más. Eso es lo que pretendo, paralizarme en mis poemas, oír mis letras respirar, romper su intimidad y protegerla, acunarme en la eternidad de un suspiro.

No. No encuentro las palabras ni las busco. Escribo porque así, disminuyo la fiebre de sentir. Mi poesía nunca madurará. No lo sé pero lo intuyo, y la intuición es más fuerte que la niebla del futuro o las ficciones de la razón. No tengo razón ni dejo de tenerla porque no digo nada. Me preservo de los preservativos, me convierto en un niño que juega al escondite consigo mismo porque no tiene amigos. Ese niño me mira, yo lo miro a él y no veo nada: su mirada me suplanta.

El árbol lo oye todo, mientras tanto, y sabe mucho. Sabe, por ejemplo, que para esconderse es mejor estarse quieto y no dar vueltas en busca de un mejor agujero donde caerse muerto. Sé que lo sabe y sin embargo yo no lo sé. Me choco contra el tronco y busco una fruta que no me sepa a hiel. Busco una palabra en el diccionario y me pierdo.

Me duermo y sueño que el niño se esconde en mi sueño y no deja de hacer preguntas, aunque ya sabe la respuesta y sabe que no le diré nada, porque en los sueños siempre me quedo sin palabras. Me despierto pero sigo soñando. Soy libre. No estoy obligado ni siquiera a volar: puedo escoger una vida de preso. Es más cómodo encerrarse que abrir las alas, pesadas como el plomo que llueve sobre mi cabeza y rebota.

No he entendido nada; he escrito esto en un insomnio, otra vez volvió su presencia en mis sueños. Mis ojos veían muchas formas que ya no recuerdo ni soy capaz de inventarme para que otros se las imaginen. Me voy sin cerrar la puerta, estas no se inventaron para cerrarse, sino para darles trabajo a quienes quieran abrirlas.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Mañanas de Septiembre



Mutaré en beso, e hibernaré en tus labios. Pero aunque pase el invierno, no querré despertar. Soy un titubeo efervescente, un abrazo que aprende a abrazar. Si miro hacia adentro, solo veo mar. Si miras hacia fuera, cuéntame que se ve. Traigo hojas secas, traigo algo parecido a un embalse, con su dique y todo para romper.
Mutaré, y cuando no vuelva la sordidez, dejaré de empeñarme en estorbar.
Y si acaso se te ocurre preguntar, porque mis poemas no te escribo más, responderé con sorna ¿Y qué es lo que estoy haciendo, cuando vencido por el vértigo de tu mirada, alojo mis labios en los tuyos? ¿Y cuando irresistiblemente mis manos recorren el acantilado de tu espalda? ¿Acaso no es eso un poema? ¿Acaso no es un poema este trayecto, adornado de anocheres incautos, y de amaneceres salvajes? ¿Acaso no es un poema dormirme plácidamente con la sintaxis de tus gestos? Si que estoy escribiendo un poema, mi amor.
Lo que pasa, es que tú no puedes leerlo, porque me temo, no me amas más.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Lagrimas


El siguiente postulante! anuncia la secretaria, me apresuro en entrar a la oficina destinada para mi entrevista, me muevo lento ya que el frío y la hora de espera han mermado mis músculos. Tomo asiento y le entrego mi folder amarillo con los 18 requisitos, busca en las primeras hojas y procede a teclear mis datos, al fijar la vista en el croquis domiciliario me consulta la ciudad y encierra con rojo mí gráfico domicilio; yo espero algo incomodo, tipea no se que datos y no para de mover el ratón, al cabo de un momento que me parece eterno empieza con la preguntadera, que si cuantos somos en mi familia, cuantos dependen de mi padre, cuantos gastamos, cuantos y cuantos, hasta que preguntó mirándome a los ojos ¿ Por qué estas aquí?


Empece con la historia, intente ser ordenado, le explique que mi familia siempre había sido muy unida y que hace dos años mi madre entro en una crisis depresiva, desde esa vez no se levantaba, ya no le importaba vivir, poco le interesaba que sus hijos comieran, que vayan a la escuela, que su camisa este limpia y sus pantalones planchados, la casa la tenía un desastre, no soportaba las visitas, se ponía a arrojar las cosas que tenía en frente cuando se le exigía un cambio, tristemente nos acostumbramos a aquella trágica rutina, cuando amas a alguien entender y comprender es lo que prevalece, jamas el de abandonar y escapar; pero hace unos meses mi madre en una de sus crisis tomo 6 sobres de veneno para ratas, el doctor de turno me informo en esas angustiosas horas de espera que si me hubiese demorado hasta 10 minutos en transportarla a emergencia, ella no contaría entre los vivos, el lavado gástrico que le hicieron la dejo maltrecha con una fuerte gastritis y con algo de liquido en sus pulmones, la visita sicológica posterior revelo que mi madre sufría de sicosis paranoica, yo siendo el hermano responsable procure llevar la carga que implicaba tener a una madre con una enfermedad mental, pero en los días posteriores del regreso a casa de mi madre, la situación aunque distinta no fue de mejoría, largas disputas por motivos económicos se llevaban por mis padres, yo no permitiría que mi madre volviera a caer, tal como le hice una promesa a DIOS cuando mi madre se disputaba la vida, el de renunciar a mis sueños, el de renunciar a mi vida por la de mi madre, qué clase se hijo fuera si no lo hubiese hecho, no es hombre aquel que no puede levantar su cabeza y ofrecerla por su madre.

No lo niego, me deje llevar por mis emociones, fui víctima de ellos. Y al reflexionar aquello escuche los sollozos de la secretaria de trabajo social y a toda la oficina sumida en silencio. Soy dolorosamente consciente de que todo el personal de bienestar social estuvo atento a mi relato. La soledad me abruma y logra que me desborde. Una oleada de recuerdos vienen de aquello que creí ya olvidado: la infancia, la más tierna  y sucede entre sucesos que seguro logran que cualquier pretexto de fuerza que hubiese creado se desvanezca como la flor que se marchita sin sol

El corazón me estalla.  Notó los crujidos dentro y se que ese dolor indescriptible es a consecuencia de esa explosión. Doy rienda suelta a las lágrimas que sé, se fundirían con el agua salada del mar.




lunes, 20 de agosto de 2012

Días de escuela


Unos parientes lejanos, a cargo de quienes estaba, me habían mandado a esa escuela; nunca volví a tener noticias de ellos. Era huérfano, y cuando me metieron en el colegio ya había sido atontado por sus reproches. Era un chico silencioso, caviloso, y contemplaba con desconfianza el mundo que me rodeaba. Mis compañeros sintieron un inmediato desagrado hacia quien era tan distinto de ellos, y me recibieron con burlas crueles, implacables. Yo no podía soportarlas; no me era posible darlas por descontadas, como lo hacían ellos entre sí. Los odié desde el comienzo y me refugié en mi tímido, herido, desmesurado orgullo. Me repugnaba la grosería de ellos. Se reían abiertamente de mi cara y de mi figura esmirriada, aunque los rostros de ellos eran increíblemente estúpidos. (...) A los dieciséis ya me maravillaba, con taciturno asombro, de la pequeñez de sus pensamientos, la vacuidad de sus conversaciones; juegos y preocupaciones. No entendían las cosas esenciales, y no les interesaban los temas más estimulantes, de manera que llegué a considerarlos mis inferiores. Eso no era producto de mi orgullo herido... y por favor, no me vengan con los ridículos clichés sobre lo fácil que es para mí hablar de esa forma, pero que mientras yo seguía soñando esos chicos empezaban a captar el verdadero sentido de la vida. No eran capases de captar ni un rabano, pero su destino les hacia captar aquello que a mí me fue negado: el sentido de la vida... y juro que eso es lo que más me irritaba en ellos.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Cuento ganador del concurso "Heroínas Sin coronilla"


Respetando la licencia de Creative Commons, transcribo mi cuento ganador del concurso "heroínas sin coronilla" convocado por la editorial Yerba Mala Cartonera. Los que deseen pueden descargar el texto completo en este link  Heroínas Sin Coronilla


Último Día
Weimar León Miranda Montaño

¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, ropa, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu “método de disciplina” intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas, patadas que yo también sufría. Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras.No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera cogerla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera.


Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos. Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no! -dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.

Me puse contento antes de tiempo.

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez.

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá.


jueves, 9 de agosto de 2012

En la feria del libro


Llegue tipo 13:45 a la mal llamada plaza del estudiante para tomar el bus que me transportara de manera gratuita hacia la feria del libro postrada nuevamente en el COE, el conocido bus amarillo esperaba con un par de jóvenes enamorados esperando sea la hora indicada para partir, supongo que el conductor me reconoció cuando le di el buenas tardes, ya que un día anterior en el mismo lugar pregunte por sus horarios de salida.

El trajín por la ciudad bajando hacia la zona sur me transporto a los recuerdos en susodicha feria, y para que  usted lector me entienda, sepa que soy un criticón, y lo digo con toda franqueza y repito con sorna: " soy un criticón de la feria del libro que anualmente visitamos o en agosto o en septiembre" y lo hago en el valor que soy un antiguo visitante, si mi edad me lo hubiese permitido seguramente lo hacia desde antes. Una feria del libro en la Paz significa una feria de vendedores y compradores de libros, significa tener PLACH en el bolsillo, significa que TÚ lector apasionado no podrás pasearte en aquella biblioteca babilonica sin ser asediado por aquellos vendedores que poco o nada les interesa aquel libro pero te lo anuncian con increíble pompa escénica, si eres niño es pecado querer alzar una obra sin que el vendedor destinando a aquel vitral te lo quite y te anuncie su precio, busque a tus padres y les comente las grandes ofertas y los planes de crédito que disponen. ¿Habían escuchado tamaño absurdo? Como diablos te va interesar un plan de crédito o no se que cosas si lo que tu quieres es leer, pero claro en este mundo manejado por los grandes tu debes obedecer, debes bajar la cabeza y a la orden mandada cumplir con la sentencia impuesta. Por suerte yo no olvido como se es de niño.

Desperté del mundo de morfeo cuando el bus ingreso a prevención del COE y apuntó que la puerta llegara cabalmente a la boletería para que así compraras tu boleto de 10 pesitos. Me salí y fui a buscar un quiosco por la calle 15 de Calacoto, quería comprarme masticables de 10 centavos ya que serian lo único que tendría hasta que mi visita acabase y pudiese volver a casa para tomar el tecito sagrado que postergaría y después cansarme con la cena ( que hoy nadie cocinaría).

El primer stand es del banco central y me alegro, ya que por lo general se le da un bochornoso espacio donde poco o nada tienen que ver a lado de libros. ( el dinero y los libros son enemigos naturales ) Unos cuantos stands con pequeñas publicaciones, investigaciones, revistas etc., hasta que llegue al stand de la UMSA me encanto los diferentes textos que ofrecían para que el visitante observase, hojee, lea algo que le interese y no tenga ninguna obligación en comprarlo ya que ninguno de aquellos estaba a la venta, encontré la misma idea de feria del libro en los stands de: la embajada de Venezuela, el centro cultural de España en La Paz, quisiera no haber nombrado a ninguno y decir que toda la feria del libro es donde puedes ir a buscar libros, leer libros y , si te interesa comprarlo, o simplemente quedarte con esa alegría en el corazón de haber leído en alguna pagina de algún libro que ya no recuerdes un trazo de líneas que emanen de alguna pluma mágica y que en instantes quedo grabada en sangre para tu cuerpo el sabor del placer de la lectura.

Como yo soy del que se queda en cada estante ojeando todos los libros, los del stand COMUNIDAD ANDINA me regalaron un texto acerca de las ONGs religiosas en Bolivia, se los agradezco y sepan que cuidare y atesorare ( esta de menos decir que lo Leere y guardare con cariño aquello que pudiera aprender) en mi estante atento a cualquier visitante.

Si me pusiera a hablar de cada stand se aburrirían de verborrea, entonces me dispongo a hablar de aquello que me gusto y empezare con " Librería Baúl del Libro"  tienen Gran cantidad de libros ordenados en sus respectivas categorías, van desde  Dostoievski a Cerruto, bien por esa librería, es sencilla, son solo estantes no tienen libros gigantes con miles de colores, sin duda se queda como mi favorita en esta versión de la feria.

El grupo editorial " Kipus" presenta variedad de temas contemporáneos en cuento y novela, y es aquí donde encuentro el YO BASURA de Xavier Jordán, autor boliviano que me sorprende con lecturas al mero estilo  Nietzsche, este filosofo cínico nos retrata en pequeñas historias y reflexiones acerca de la inercia humana dotada en pequeñas burlas y grandes sarcasmos. Se queda como el primer libro que si pudiese compraría.

En : " latinas editores", " librería Don Bosco", se quedaron donde habían llegado al empezar la feria, es decir cero, tienen buena propuesta, buenos libros, pero son exactamente como lo era el año pasado y el otro año y el otro año, aparte que los ves exactamente igual que en sus tiendas allá en el centro.

Es momento de renegar ( o si lo lees aguantarme la rabieta ) con esas grandes editoriales, grandes empresas, que hacen y traen grandes libros tal es el caso de ( solo nombro algunos, ya que son el 60 % o mas de la feria ) " ARTE Y LITERATURA" stand número 62, HISPANIA, OCEANO, RODEL FAMILIA Y CULTURA, DIFUSORA CULTURAL SAN ANDRES, LEXUS y otros cientos que sus libros engordan los estantes de aquellos que disponer a pagar quinientos, mil, dos mil y hasta tres mil por un libro gigantesco de papel súper brillante traído desde el sol, y que sirven para llenar un estante. Pareciera que la gente que los compra van comprando libros midiendo el ancho de cada uno para así completar el ancho de sus estantes. Están tambien los libros que los han hecho llamar para niños, libros con miles de dibujos y colores, con juegos y juguetes de regalo, libros hechos por publicistas y editores para llamar la atención de los pequeños y engañarlos con un texto de contenido vacuo al que con orgullo llamaran libro. Ese tipo de textos arruinan la feria y arruinan los libros, destrozan la esencia, el valor, el cariño que alguien pueda tener a una buena lectura. Sin embargo cada año aumentan en número y su destreza de vendedores crecen.

Me encanto reconocer varios favoritos, Borges y Sáenz abarcan la mayoría de los stands, librería lectura siempre con buen papel demuestra porque tienen un buen lugar. Para que la historia no se pierda de ANTONIO SOTTO WATARA , diario de la VIII marcha indígena por la defensa del TIPNIS y los territorios indígenas, la duda del caminante de Enrique Ipiña Melgar, encanto y fervor de Manuel Pedregal; obras nacionales que con encanto se esconden para aquel que quiera encontrarlos.

Como aceituna en torta de cumpleaños, o judío rezando a la virgen María, en plena feria del libro se encuentran aseguradoras, empresas de telecomunicaciones y lo peor de todos los tiempos: los charlatanes de LECTURA FÁCIL, habían visto tamaña insolencia de aquellas criaturas que sin ton ni son insisten en que no sabes leer y que ellos te podrán enseñar, por favor por amor a los libros y a la lectura tenemos que eliminar esa plaga de charlatanes buscadores de crédulos que se engañan creyendo que hacen un bien a sus hijos dándoles dinero a esos mediocres e hipócritas sacadores de plata.

En librería PLURAL me entretuve con los títulos arto conocidos pero no gastados, es el caso de Memoria Sitiada del ex presidente Carlos Mesa, estuve como 45 minutos navegando en aquel turbio mar de la política boliviana  que tan bien conoció con lagrimas y sonrisas aquel presidente que fuese conocido por no estar dispuesto a colgárse en la espalda la sombra de la muerte.

Siento el primer calambre y me doy cuenta que la hora transcurrió, mis pies están terriblemente doloridos y mi boca esta seca y agria por tantos dulces con lo que he disimulado al hambre, cuando doy la ultima repasada en el piso superior, me sorprende una amiga muy especial, Karen Sainz a quien mucho tiempo no veía, persona muy especial por la amistad que me ha otorgado y por su aliento  preciso y justo en que yo escribiera. Me muestra con encanto unos separadores de hojas que con gran talento en el diseño gráfico ha preparado y a gusto de paciencia espera febrilmente aquel risueño comprador habido para una grata lectura. Me despido de Karen con la promesa mutua de que ella comentara esta entrada y que pronto nos veríamos para contarnos las hazañas licuadas que nos ha tocado vivir.

 Ese encuentro inesperado ha demorado mi salida, ha pasado la hora impar y el bus de regreso se ha ido. Salgo y camino hasta la calle 21 en busca de algún cajero, pero el único del banco al que estoy suscrito se encuentra en mal estado, haciendo conejos con los dedos me busco y rebusco monedas mientras pienso que sortilegio me permitirá volver hasta el centro. Con suerte bendita encuentro cabalmente los dos bolivianos con treinta centavos y al instante me subo al mini bus que me llevara hasta mi hogar, donde  afanes tristes me esperan.